martes, 17 de septiembre de 2013

UNA ESCUELA CAMINANDO HACIA EL PROGRESO


Autor: Diego Alva Patiño (Segundo puesto en el Concurso Nacional de Reportaje Ma
nuel Jesús Orbegozo)

Diego Alva y el equipo de la Escuela Caminante
“Ruth es toda una lideresa. Ella cocina para su hermana y su primita”, les dice Xandra Pantoja, fundadora de Escuela Caminante, a los jóvenes que asistieron a la clase del Taller formativo. La joven de 14 años asiente, sus ojos achinados se encogen aún más y sonríe con nerviosismo. El taller termina y los alumnos se dirigen a la clase de matemáticas.
Ruth tímidamente se aparta y se sienta en una mesa a esperar a su profesor particular, el tema de hoy, sumas y restas.

Ruth asiste desde hace dos meses, todos los sábados de nueve a una de la tarde a Escuela Caminante. Al llegar no sabía leer ni escribir, hoy puede reconocer los cincuenta primeros números, leer algunos textos y escribir su nombre. “Sabe que le falta mucho por aprender y eso hace que se angustie y quiera avanzar más rápido. Yo le explico que estamos yendo bien y que está mejorando mucho”, comenta Jorge Vásquez, profesor de Ruth y colaborador en Escuela Caminante.Ruth vive en casa de sus tíos junto a su hermana. Allí realiza labores caseras como cocinar, limpiar y atender a su prima.
“En su primera clase pidió que le enseñará una profesora, no quería un profesor. Pero sólo teníamos a Jorge, así que le explicamos que la clase se iba a hacer junto a los demás niños, que no tenía de qué preocuparse”, explica Xandra.
Ruth desde entonces no ha faltado ningún sábado.Se levanta más temprano para dejar la comida lista, y junto a su hermana y prima asisten a las clases.
Escuela Caminante nace como una idea que tuvo Xandra Pantoja estando la universidad, o para ser más preciso, en los recorridos que hacía desde la universidad hasta el paradero. En ellos observaba a los niños que desde muy temprano trabajaban en la avenida Nicolás de Piérola (Ex – Colmena)  y se planteaba la interrogante de cómo hacer para que tengan acceso a una educación.
Niñas desarrollan habilidades en canto y danza.
“Si el niño no puede ir a la escuela, la escuela debe ir donde el niño”, con esta máxima, un sábado 11 de febrero inició Escuela Caminante. Con 23 niños pertenecientes a una de las zonas más pobres y alejadas de Pamplona Alta, en el distrito de San Juan de Miraflores, los  colaboradores de Escuela Caminante instalaron toldos, mesas y comenzaron a dictar los talleres de comunicación y matemáticas.
El resultado al finalizar el primer año, fue contar con la participación de 35 niños, el incremento de los talleres a 17 y la realización de diez eventos, entre ellos, un paseo a la base naval del Callao y un concurso de cometas.
Niño participó en el concurso de cometas.
Una familia, más que una escuela
La madre de Sebastián dejó al pequeño junto a los demás niños en la escuela, se acercó hacia la colaboradora de inicial y le pidió el favor deno hacerle recordar que hoy era su cumpleaños. Ella le había prometido comprarle una torta para la celebración, pero no había conseguido el dinero, por lo que consideraba mejor no recordárselo.
Xandra, al enterarse, pidió a su madre que vaya a comprar una torta para Sebastián.
Eran casi la una y Sebastián continuaba jugando. En el salón contiguo, los niños de primer, segundo y tercer año, miraban la película UP. De repente, la alegría de Sebastián explotó al ver la torta acercarse.Su diente faltante resaltó en su sonrisa de oreja a oreja y los saltos que daba, eran prueba de la felicidad que invadía al pequeño.
Desde el 2013, Escuela Caminante ha conseguido un espacio propio, donado por el padre de Xandra, ubicado en el paradero “segundo pasadizo” de Pamplona Alta. Allí cuenta con cinco espacios que han sido divididos en cuatro salones y una biblioteca.Además de los servicios higiénicos y un pequeño almacén, donde guardan los instrumentos que utilizan en los talleres de música, como son las guitarras, flautas y los violines, próximos a venir. Se han creado talleres de danza, fotografía, manualidades, inglés  y canto. Así como los talleres para padres, pues como explica Jorge Vásquez, colaborador y tío de Xandra, “no sirve de nada que los niños aprendan acá, si en casa los padres van a seguir educándolos de una manera errónea”. En éstos, los padres reciben asesoría sobre cómo ayudar en la educación de sus niños, hasta en cómo gestionar bien sus ingresos. Los talleres son dictados por especialistas y en ocasiones por el padre de la parroquia, quien no duda en llamarles la atención si es necesario.
La ayuda nunca sobra
Llega el mediodía y los niños necesitan alimentarse. La madre de Xandra junto a su hermano, Mijael, también colaborador de escuela, han preparado el chocolate caliente que será repartido, junto a una galleta, a cada uno de los alumnos. Los vasos se sirven y cada niño, colaborador y profesor recibe su porción. Ninguno se queda sin comer.
Padres y niños cantando el Himno Nacional del Perú.
Entre las necesidades básicas que requiere Escuela Caminante, son los alimentos que reciben los niños, leche, galletas y víveres.Así como material educativo y mobiliario, cuadernos, colores, libros, sillas y mesas.
A la vez se necesita materiales de construcción para terminar de techar el local y poder dividir definitivamente los salones. La mano de obra sería realizada por los padres, que ya están comprometidos en ayudar a mejorar la infraestructura de la escuela.
Las maneras de ayudar a Escuela Caminante son infinitas y las ganas también. El grupo humano que conforma la escuela, está dividido en tres sectores.El equipo de contenidos, en el que se encuentran los docentes, que se encargan de  preparar sus clases y que disponen de horarios establecidos para dictar sus talleres. El equipo de producción, conformado estudiantes y colaboradores que son los encargados de coordinar con los docentes los talleres, recoger los materiales y preparar los refrigerios. Y por último el equipo de gestión de donaciones, cuya función es conseguir los recursos necesarios para la escuela, a través de contactos y donaciones.
Un camino trazado
Marianne Preuss de Stark, conocida cariñosamente como la Doctora, realizó durante 20 años innumerables actividades sociales en las zonas más pobres de Pamplona Alta; logró construir una posta médica, un colegio y comedores populares, que hoy son manejados por los mismos pobladores. Xandra Pantoja, amiga de la Doctora, fue colaboradora en ese entonces de los proyectos que realizó Doña Marianne, y que le sirvieron de inspiración para lo que sería hoy Escuela Caminante.
A 6 años de su muerte, su hijo Oliver Stark, en honor a su madre creó la “Maratón 7k Marianne PreussStark”, que cruza los caminos más dificultosos de Pamplona Alta, entre piedras y arenas, y que el año pasado contó con la presencia de los niños de la escuela, quienes participaron junto a sus familias de una tarde sana y deportiva.
Esta es una de las actividades en las que participará este año Escuela Caminante y que se realizará el domingo 26 de octubre. Junto a este evento están los que organiza la misma escuela, como son el tan esperado concurso de cometas, que el año pasado logró contar con 200 participantes e invadir el cielo gris de San Juan de Miraflores con más de 30 cometas, elaboradas por los propios niños, y que se realizará el domingo 25 de agosto.
Están también el concurso de dibujo, de talentos y la clausura académica, en el que los alumnos demuestran lo aprendido durante todo el año en los diferentes talleres que han escogido.
Es difícil no sentirte atraído por tan hermoso proyecto. Retribuir con lo poco que puedes saber y ayudar con lo poco que puedes tener, es suficiente para estos niños. Yo ya me comprometí, a formar parte de este bello grupo y hacerme cargo, junto a mis compañeros de la universidad, a dictar un taller de periodismo y crear juntos un periódico mural. La falta de tiempo no es excusa pues en una escuela siempre aprendes.

Ruth me enseñó sólo en un día que la determinación y la perseverancia pueden más, y Sebastián, a sonreír siempre con la alegría de un niño.  
Los niños y las niñas nos contagian su alegría.

jueves, 16 de agosto de 2012

MEDIO PASAJE, COMPLETO MALTRATO


El tenso viaje que viven en una combi no solo los estudiantes, sino cualquier persona que no  pague el “pasaje completo”.
Durante el año pasado, al subir a la combi para ir a la universidad, me sentía mal porque tenía que pagar un sol 20 de pasaje, cuando lo que debía pagar era 0.80 centavos.  Mi carné universitario estaba extraviado y luego de cuatro meses, al recibir mi duplicado, me seguía sintiendo mal al subir a la combi. Esta vez pagaría el pasaje universitario, pero lo que venía quizás era peor: la eterna discusión con el cobrador faltoso.
A las 7 de la mañana, voy al encuentro de la combi en el paradero de Minka para dirigirme a la universidad. En realidad, “paradero” es un decir, pues las combis no tienen paraderos establecidos. Una de las rutas gobernada por el “dictador Combi” es la que une al Callao con Lima: cruza toda la avenida Argentina.  Las líneas 105, 120,  PASA y otros informales transforman la avenida en una improvisada autopista de carreras para disputarse a los pasajeros. Alzo el brazo y el vehículo —la de la empresa PASA— se detiene delante de mí.  Observo si tiene techo alto o no. “Estoy dispuesto a viajar parado, pero no doblado”, aclaro mentalmente. La rapidez y violencia con la que el cobrador me “invita” a subir no me permite ni dudar. “Sube, sube”, grita con su clásica voz mientras mueve las manos para indicarme que aborde el vehículo. El apremio por llegar temprano es otro factor que me obliga a trepar la combi.
“’Avanza’ atrás, ‘avanza’ atrás”, me ordena el cobrador sin darse cuenta de que comete un barbarismo lingüístico. Por suerte hay un asiento libre al fondo. El auto avanza cinco cuadras. Una voz interrumpe el viaje: “Baja en el portón verde”, indica con bastante precisión una mujer de pantalón negro, blusa y cartera. El brazo alzado  de un pasajero a una cuadra de donde bajó la señorita vuelve a detener la combi. Sube el hombre. Tres cuadras después, un estudiante y su madre piden bajar. El chofer se pasa una cuadra, pues prefiere estacionarse en el cruce de Universitaria con Argentina para recoger pasajeros. “Te he dicho que bajo una cuadra más abajo, no aquí”, reclama a viva voz la madre. “Señora, allá no es paradero”, argumenta el cobrador. “Pero para subir gente si paras en cualquier lado”, le recuerda a gritos la mujer.  El cobrador baja a la pista. “Toda Argentina, Unión, Unión. Hay asiento, hay asiento”, pregona el cobrador mientras ignora a la pasajera.
El semáforo cambia a la luz verde. Sin embargo, la combi no avanza. Los cláxones de los vehículos que se encuentran detrás empiezan a estallar en la avenida. El chofer no se inmuta. “Avanza, oe”, gritan los pasajeros. La gente continúa subiendo y el chofer sigue gritando que hay asiento. “El cobrador no miente”, medito. “Hay asientos, pero él nunca dijo que estuvieran libres”, reflexiono. El semáforo cambia a rojo y el chofer logra lo que se proponía, quedarse más tiempo en el cruce para subir pasajeros como quien empaqueta sardinas en una lata.
El momento tenso llega. “Pasajes al fondo, pasajes al fondo”, pide el cobrador estirando la mano. Le entrego los 80 céntimos del pasaje medio en su mano. Mira las monedas. Frunce el seño. “¿A dónde vas?”, pregunta como quien quiere iniciar una discusión. Le muestro mi carné universitario. “Putamare”, murmura. Luego grita con cólera: “Un medio”. “Uff”, pienso. Hace dos años, cuando cursaba primer año en la universidad y asistía a mis inusuales clases sabatinas, tuve que llegar al extremo de bajarme de la combi. “El pasaje medio solo es de lunes a viernes”, argumentó el cobrador luego de que le pagara. “Siempre pago 80 los sábados”, argumenté novatamente, pues hasta entonces no había revisado el tarifario que tienen en sus ventanas todas las líneas. “Tómate otro carro”, me ordenó. Bajé enrojecido con las monedas en mi sudorosa mano.  Los horarios establecidos por ley indican que el pasaje medio es válido desde las 5:00 am hasta las 00:00 horas durante todos los días, a excepción de domingos y feriados.
“Falta veinte, señora”; indica el cobrador, quien interrumpe mi recuerdo. “Voy aquí, nomás. Siempre me cobran un sol” se defiende la mujer de unos 50 años. “Falta veinte, falta veinte”, responde el hombre como si no hubiese escuchado las palabras de la pasajera. “No tengo más”, contesta ella. “Bájese, bájese”; manda él. “Pareciera que no tuvieses madre”, finaliza la señora cuando baja de la combi.
Por la noche, durante el regreso a casa, la historia es muy parecida. Con la diferencia de que a esas horas, los cobradores emanan el olor característico del sudor luego de un día muy agitado. Además de encontrarse con más de un universitario en el carro. “Un medio”, grita con rostro malhumorado el cobrador de la combi que me regresa a casa. “Otro medio”, agrega luego de seguir cobrando. “Oe, otro medio”, dice en voz alta desde al fondo. “Tamare, estás salao, oe”, le reprime el chofer. La cumbia a todo volumen empieza a retumbar las ventanas. (Andy Livise Salazar)

jueves, 10 de mayo de 2012

TRANSPORTISTAS RECHAZAN NUEVO REGLAMENTO VEHICULAR DEL MUNICIPIO LIMEÑO


El 60% de choferes y cobradores se opone al Nuevo Reglamento de Transporte Urbano que emitió la Municipalidad de Lima. El 35% se muestra a favor, y un 5% se siente indeciso; según un sondeo rápido realizado por estudiantes  de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Naccional Federico Villarreal.
Son dos las principales razones por los que los transportistas se oponen al proyecto: la disminución de sus ganancias diarias, y la duración de las rutas. “El sueldo mínimo no compensa la canasta básica familiar”, afirma el chofer Simón Rodríguez. Mientras que un cobrador de la línea 45B, Alberto Trelles, asegura que “una ruta demora casi ocho horas, y en una ‘ida y vuelta’ trabajan 16 horas”. “Es imposible que se trabaje solo 10 horas”, agrega.
Sin embargo, el 35% que apoya la medida municipal asegura que esta les beneficiará laboralmente.  “Estaremos asegurados y tendremos un servicio de salud”, asevera Eduardo Paredes, chofer de una línea del Centro de Lima. Otra razón para apoyar la ordenanza; en palabras del cobrador de la línea ROMA,  Ricardo Quispe; es que “ya no los explotarán con 14 horas de trabajo”.
El 5% que se encuentra indeciso asegura que quisieran recibir los beneficios de la formalización, pero que les afectaría en sus gastos. “Tendría beneficios al estar en planilla, pero no me alcanzaría el dinero para pagar el alquiler de mi carro”, sostiene José Flores, conductor de una línea del Centro.

EL NUEVO REGLAMENTO MUNICIPAL
La Municipalidad de Lima emitió el Nuevo Reglamento de Transporte Urbano el jueves último. El principal punto de la norma destaca que los cobradores y choferes solo trabajarán diez horas como máximo,  “En intervalos de cinco horas continuas”. “Esto se realiza con el fin de no mermar la productividad de los transportistas y reducir los riesgos de accidentes”, argumenta la comuna limeña a través de su página Web.
La  ordenanza municipal también contempla  la entrega de rutas por 10 años de acuerdo a los estudios técnicos de los vehículos. Además, las empresas vehiculares deberán contar con sus propias flotas.
 “Se tiene previsto que a fines de setiembre se culminen las habilitaciones de los corredores complementarios y se otorguen las primeras concesiones para los consorcios que circularán por estas vías”, informó  el Municipio en su portal electrónico.
El nuevo reglamento de transportes entrará en el 2 de julio del 2012.
Andy Livise. 

sábado, 15 de octubre de 2011

EL PAÍS DE LOS TÍSICOS


Levantarse a las seis de la mañana. Acudir al Centro de Salud “Caquetá”. Regresar a casa para almorzar. No salir hasta el siguiente día. Día en el cual,  volverá al mismo consultorio para tomar nueve pastillas que en un inicio fueron once.  Esta es la rutina que sigue Susana hace cuatro meses. En marzo de este año le diagnosticaron una enfermedad que la llenó de dudas. No sabía qué había hecho mal o qué había dejado de hacer.  Y ahora, lo único que sabe es  que debe continuar con su tratamiento para derrotar a la tuberculosis.
Así como Susana, existen  más de 32 mil casos de TBC en el Perú. Muchos de los pacientes acuden al hospital más cercano de su localidad pero otro porcentaje (cerca del 10%), a pesar de ser perseverantes en el tratamiento, no lo finaliza. Por lo que su recuperación no se llega a concretar.
Este mal, que tiene su foco infeccioso en la capital peruana, posee síntomas que confunden a más de uno. Y como le sucedió a Susana, quién nunca pensó que una tos recurrente, fiebre y fatiga la alejarían de los salones universitarios por más de un ciclo.
“Había días en los que me sentía muy cansada y no tenía ganas de hacer nada. Creía que me desmayaría en clase y tosía mucho. Luego de unos chequeos me dijeron que tenía esta enfermedad pero no sabía bien qué era”, comenta Susana con voz que refleja nostalgia y pena aunque también convicción que la realidad  pronto cambiará.
A pesar de las visitas diarias al centro de salud y el consumo numeroso de pastillas o aplicación de ampollas (dependiendo la fase del TBC), los tísicos, pacientes con esta enfermedad, no deben preocuparse por el gasto de su tratamiento debido a que es cubierto en su totalidad por el estado peruano. El único requerimiento básico es predisposición para asistir a los consultorios donde serán curados.
EXTRAÑA ENFERMEDAD
La tuberculosis es producida por el virus llamado bacilo de Koch que ataca, por lo general, a los pulmones. Si la persona se encuentra con sus defensas  débiles no podrá combatir este tipo de bacteria y el mal se generalizará hacia otros órganos del cuerpo.
Para detectar si se encuentra infectado solo se requiere de un examen gratuito llamados baciloscopia, en el cual  se analiza la flema. De tener resultados negativos la persona es descartada de tener TBC. Si por el contrario, la bacteria aparece en las muestras, el paciente será diagnosticado y empezará su tratamiento.
Como en el caso de Susana, la atención oportuna y rápida permitió que el nivel de la enfermedad no se encuentre avanzado y se pueda combatir sólo con pastillas en un periodo no mayor a los seis meses.
Los días que permanece en su precaria vivienda de Barrios Altos son muchas veces monótonos y es la parte más difícil de convivir con esta enfermedad.  Susana debe permanecer calmada o de lo contrario su situación  no mejorará. Le restan 60 días para desempeñar sus actividades con normalidad y retomar sus clases de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería.
“Lo que más me preocupa es que pierdo clases. No quiero atrasarme en los cursos de la universidad por que se vendrán exámenes finales. Aunque, claro, debo mejorar y descansar estos días”, agrega esta joven de 22 años que tuvo la mala suerte de cruzarse con el TBC en la mitad de su carrera.
A pesar de las dificultades de los últimos meses, la tuberculosis que enfrenta Susana es la más recurrente y fácil de tratar. Existen otros dos tipos en las cuales el esfuerzo es mayor y la efectividad de las pastillas no es segura. Este es el caso de la TBC MDR (multidrogoresistente)  en la que se requiere de aplicación diaria de ampollas para combatir la bacteria. La otra, y más peligrosa, es la TBC XDR (extremadamente resistente) que requiere de un tratamiento especial y que no es cubierto por el estado.
LENTA ESPERA
Susana se sintió recuperada luego de dos semanas de tratamiento. Creía que todo había sido un susto y no tendría que volver a las pastillas diarias ni visitas al consultorio. Se equivocó. La tuberculosis requiere tiempo y paciencia por quien la adquiere. El error de muchos pacientes es dejar el tratamiento. Grave error. La bacteria vuelva a ingresar al organismo pero en una fase más fuerte lo que puede causar la muerte de la persona.
Es de sumo cuidado que en este lapso de tiempo (6 meses) el paciente con tuberculosis no estornude o tosa en público. Esta acción podría contagiar a la otra persona. Sin embargo, otras acciones como: dar la mano, dar abrazos o compartir cubiertos no generan la transmisión del bacilo de Koch.
La efectividad del tratamiento requiere, a su vez, una buena alimentación. El paciente no debe permitir que sus defensas bajen. Es común que aumente unos kilos para resistir las pastillas que toma a diario. Entre la dieta a seguir se encuentran las carnes, verduras y frutas.
“He aumentado cerca de cinco kilos. No me siento mal pero creo que cuando termine el tratamiento me controlaré para recuperar mi peso ideal.”, refiere Susana con mayor convicción. Sabe que el tiempo pasa rápido y mientras menos piense en su recuperación volverá a clases.
Susana terminó la sesión de hoy en el Centro de Salud “Caquetá”. En la entrada se le acerca una joven y le pregunta donde se encuentran los pacientes con TBC. Ella le indica que debe caminar hacia el fondo del pabellón donde encontrará un afiche que ella vio hace cuatro meses: “Una cosa es segura, la TBC sí se cura”. (ARAMIS CASTRO RAMOS)

sábado, 17 de septiembre de 2011

LA TBC EN LA CIUDAD

Juan Meza es un hombre de 47 años, de contextura gruesa, alegre en todo momento, sabe sacar un chiste de cualquier tema. Padre amoroso: “mis dos hijos me dan fuerzas para seguir todos los días”. Con una sonrisa que deja ver la abertura entre sus dientes frontales. De actitud juvenil, ninguno de sus familiares pensó que dentro de su organismo se estaba formando la tuberculosis.
Soportó casi un mes la tos con flema que hasta le hacía botar sangre, cuando al fin fue al hospital: llevó dentro de un vaso de plástico su esputo. Los resultados fueron desalentadores: tuberculosis de primer esquema (conocidos también como pacientes vírgenes).El tratamiento duraría de seis a ocho meses, durante ese tiempo tendría que ingerir hasta 11 pastillas y una inyección al día. Irónicamente se puede decir que tuvo suerte, este grado de la enfermedad es leve.
Los médicos han detectado un tipo de tuberculosis resistente a los medicamentos comunes cuyo tratamiento puede durar hasta dos años, en este tiempo el paciente debe ingerir hasta 15 antibióticos al día. Conocido técnicamente como TBC del tipo MDR (multi drogo resistente). Pero hay otro tipo aún más resistente a los medicamentos es el denominado XDR (extremadamente resistente).
Actualmente en el Perú ya suman 340 contagiados por este mal extremadamente resistente. Y un total de 32.471 de pacientes por tuberculosis simple, donde el 90% se cura. Con estas cifras el Perú se ubica en segundo lugar  en América Latina de incidencia a esta enfermedad, después de Brasil.
Mal sicológico
La Tuberculosis no sólo es una enfermedad que deteriora a su víctima en forma física, sino que sicológicamente lo destruye sin piedad. El aspecto de la persona cambia totalmente. Se observa decaimiento, con el rostro demacrado y pérdida de peso. La persona jovial y alegre que era Juan se perdió en esa mirada de resignación y desánimo que refleja en la foto que me muestra: se le ve con una mascarilla blanca que previene la salida de su saliva al hablar, estornudar o toser. Está muy delgado y con los ojos rojos como si hubiese llorado durante horas.
Cuenta que incluso sus propios familiares le dieron la espalda cuando se enteraron de su enfermedad. “Mis sobrinos dejaron de visitarme. Comparto mi casa con mi cuñado y él tiene una hija de cuatro años, un día me dijo que mejor lleve el agua en una batea y me lave en el techo, la verdad me sentí mal”, manifiesta.
Trabajaba de cocinero en un restaurante ubicado en la avenida Argentina y por las noches en un puesto de caldo de gallina al paso: ayudaba a servir y lavar, “todo dinero extra es bienvenido, más aun cuando mis hijos están en el colegio”. Dejó de trabajar a causa de la TBC. Sus dos hijos son Kevin de seis años quien cursa el primero de primaria, juguetón, inquieto y amiguero; y Alex de cuatro años, más tranquilo, recién está en el nido.
Se encuentra en el quinto mes de tratamiento, el Estado le brinda mensualmente una ración de víveres nutritivos: entre arroz, frejoles, lentejas y avena. Pero eso no le alcanzaba, por eso con mascarilla y con unos guantes vende artículos de plástico en un mercado de su barrio. “No siempre vendo, pero al menos no me quedo sentado”, indica.
Su esposa, Martha Quispe, lo ayuda “le han prohibido que cargue cosas pesadas, eso puede afectar sus pulmones, pero él no hace caso”.  Ella se despierta temprano y saca a ventilar sus frazadas “la doctora me ha dicho que el ambiente tiene que estar ventilado. Además, todos sus utensilios de limpieza y comida están con una marca”.
Pero no solo Juan tuvo que asistir al hospital, también toda su familia para descartar cualquier contagio, “a buena hora que no contagié a nadie de mi familia”, comenta.
Muerte anunciada
Sara Cochachicoge de la mano a su hijo de año y medio, lo besa, acaricia su cabello. Ella fue una de las afectadas por el TBC, porque su pareja José contrajo esta enfermedad y murió. Cuenta que cuando él había salido de la cárcel, del penal San Jorge, tosía demasiado pero no iba al hospital, simplemente decía “es una simple tos”.
Ella sólo entendió del mal de su esposo: que era un tipo resistente de TBC y el tratamiento iba a durar dos años. José tenía 27 años, al parecer se contagió en la cárcel. “Yo siempre le decía que vaya a tratarse, pero no me hacía caso prefería irse con sus amigos, sólo fue unas cinco veces al hospital”. Murió hace tres meses, Sara no puede contener el llanto mientras ve la foto de su difunta pareja.
“Salió una noche con sus amigos, al día siguiente me llamó uno de ellos, me dijo que José estaba en el hospital porque había comenzado a botar sangre de la boca. Cuando llegué me dijeron que estaba muerto, que sus pulmones estaban muy deteriorados”, cuenta Sara.
José trabajaba de cobrador en una combi, quería reintegrarse a la sociedad, hacerlo por su hijo, comenta Sara. Lo cierto es que las personas infectadas no tienen un empleo, en su mayoría son despedidos para no contagiar a los demás, se sienten incapaces y ven en el transporte público una oportunidad de seguir laborando para aportar en el hogar. Pueden alquilar un vehículo y salir a realizar taxi. Pero es evidente que sus pasajeros pueden ser víctimas de la tuberculosis.
Palabras de una especialista
Esta enfermedad es muy contagiosa, basta que una persona infectada converse con otra, el virus se propaga rápidamente a través del aire, como lo indica Silvia Cosme, doctora encargada del área de tratamiento de la TBC en el hospital de San Juan de Lurigancho. Uno de los distritos de Lima con mayores índices de contagio, con 1095. “No todas las personas que vienen al tratamiento la culminan. Es por las pastillas muchas veces causan mareos y nauseas. Tiene que ser continúo, es un mal que no perdona”, afirma.
Si la enfermedad aún es leve se cura yendo durante seis meses al centro de salud, pero si este es abandonada la situación se complica. El virus se hace fuerte y se origina la MDR y la XDR. Además una persona infectada puede contagiar a 15 individuos más, pero a la segunda semana de comenzado el tratamiento la persona enferma deja de ser un foco infeccioso.
Esta enfermedad ataca sobre todo a las personas de pocos recursos, a aquellos que les cuesta quedarse en cama. “Normalmente los pacientes se cansan de estar en casa, siente que sólo son un gasto para su familia, la incapacidad los agobia. Por eso, muchos de ellos no dudan en buscar cualquier tipo de empleo provisional”, comenta la doctora.
Ella estuvo al tanto de José Huerta de quien dice “venía cuando quería, era irresponsable, al parecer no le importaba nada”. Agrega que incluso le pedía que le entregue los antibióticos para tomarlos en casa, pero eso está prohibido. “El doctor debe vigilar que el paciente tome sus medicamentos, porque si se lo llevan quien saben lo que puedan hacer, incluso venderlas”, explica.
La tuberculosis ya ha cobrado muchas vidas y está en manos del gobierno enfrentar esta terrible enfermedad. Pero también depende del cuidado personal de la salud. La tuberculosis se puede prevenir si se tiene una vida sana e higiénica y la persona con TBC puede ayudar a prevenir su propagación. Desechando inmediatamente el papel con el cual se limpió, lavándose las manos después de toser, usando la mascarilla y sobre todo continuar con el tratamiento.
Juan López ahora tiene un mejor semblante, interdiariamente se acerca al centro médico para ingerir sus pastillas. La doctora Silvia dice que es el paciente más alegre que ha tenido y también el más entregado al proceso de curación, “se ve que quiere curarse”, comenta sonriente.
La tuberculosis tiene cura. Para ello es responsabilidad del enfermo en seguir estrictamente las indicaciones del doctor, quien debe comprometerse dejar de lado la relación doctor-paciente para ser amigos. Pero también del Estado, que debe aportar un mayor presupuesto al sector de la salud. Implementar programas de prevención de la tuberculosis, informar a la sociedad la gravedad de esta enfermedad.
Kevin y Alex abrazan a su papá y Juan con lágrimas dice que fue uno de los mayores retos de su vida, el sobrellevar la enfermedad. Deja a un lado su mascarilla y coge sus plásticos para salir a vender. Camina por las polvorientas calles, “espero no haberte contagiado”, me dice sonriente. Todo un personaje, que comprendió el riesgo de este mal y ya está prácticamente curado. (Escribe: Walter Acuña Montalvo)

sábado, 6 de agosto de 2011

LA TUBERCULOSIS EN EL PERÚ, TRISTE REALIDAD

Largas colas que dirigen a una muerte anunciada. Este es el caso de miles de peruanos que día a día tratan de hacerle frente a la tuberculosis.
El crecimiento económico no se hace sentir del todo. A diario miles de peruanos conviven con la tuberculosis y se contagian de  esta enfermedad. Pero ¿qué es la tuberculosis? Es una enfermedad infecciosa causada por diversas especies del género mycobacterium, la más infecciosa del mundo. El Perú no escapa a esta realidad y a diario lucha contra la tuberculosis.
Inclusive existen tipos de esta enfermedad donde el tratamiento es incurable para una persona que vive en extrema pobreza. El Perú no posee centros especiales para el tratamiento de esta enfermedad pues la red hospitalaria peruana es deficiente. Los servicios quirúrgicos no están a la par de la enfermedad. Es dramático señalar que en América sólo Perú y Haití superan la tasa de más de cien pacientes por cada cien mil habitantes.
El Ministerio de salud señala que la tuberculosis no se podrá afrontar solamente con aspectos biomédicos.  La TBC tiene que tener un enfoque mucho más amplio, social, político, económico y aseguran que a eso está encaminada la política de este gobierno.
La tuberculosis en el Perú es un problema de salud pública. Una epidemia para la organización mundial de la salud (OMS), Perú es un  país con alto riesgo de epidemia sobre la tuberculosis, superado solo por Brasil.  Si esto se llegara a difundir intencionalmente, puede llegar a ocasionar graves problemas en el turismo y otros recursos del país
Pero lo más grave es que esta enfermedad se vuelve cada vez más resistente, estas cepas de la enfermedad han mutado y es difícil contrarrestarlas Este tipo de mutación se conoce como tuberculosis multidrogo resistente. En el 2006 el Perú tenia 220 casos de tuberculosis multidrogo resistentes (TBC MDR), en este caso superamos a países africanos como Mozambique o Zimbawe.
La injusticia se hace notar con frecuencia a diario, muchos pacientes son marginados, excluidos, la propia sociedad pone su parte y trata mal al paciente.
Este tipo de enfermedad requiere de un tratamiento mucho más largo pues es resistente, en el Perú son pocos los que ganan la batalla.

Lima es el principal lugar donde se ha desarrollado esta enfermedad, el 89 % de casos  está en la capital peruana y no existen fármacos para contrarrestar esto.
Falta de apoyo del Estado y la sociedad
José, trabajaba en Gamarra, sin seguro de salud. Las largas doce horas que cumplía en su labor diaria para llevar el sustento a su familia, le pasaron factura. Posee la tuberculosis multigrodo resistente. Solo espera la muerte postrado en un cuarto, lo único que le da alivio y esperanza es no haber contagiado a sus dos hijos. Cada uno de ellos ha tenido que dejar la casa y vivir con parientes cercanos.
La entrevista es pactada por la mañana, su esposa Martha me prevé de llevar una mascarilla para evitar así un contagio. No fue fácil llegar hasta el lugar situado en lo mas alto del cerro El Pino aquí el frío se siente con más fuerza, alisto la grabadora y empezamos la entrevista.
¿Cuándo te diste cuenta que tenias la enfermedad?
Al comienzo no le di la importancia creí que seria algo pasajero. Luego vinieron los síntomas con más fuerza que me preocuparon. Tuve que dejar el trabajo, caí enfermo y solo ahí me di cuenta de mi enfermedad.
¿Eres consciente de la enfermedad que sufres?
Si. No puedo curarme el seguro no me ayuda, la demora se da en todo. Lo que más me preocupa es mi familia, mis hijos.
¿Crees que pudiste evitar esta enfermedad?
La verdad si, nunca he sido de las personas que van a los hospitales ni siquiera conocía de este tipo de tuberculosis. Tampoco me preocupé a pesar de mi estado seguí trabajando y eso fue lo que me trajo esta enfermedad terminal.
¿Qué es lo que le pides al Estado crees que se está dando un buen  trato a los enfermos como es tu caso?
En el tiempo que he estado recibiendo ayuda del Minsa nunca he visto un verdadero apoyo, no tienen algunas pastillas y se tienen que reprogramar. Esto me afecta y afecta a otros como yo. Somos gente humilde, mi esposa no tiene un trabajo seguro y la ayuda que recibo son de mis hermanos.
¿Cuánto tiempo llevas tratándote?
Ya llevo dos años. Estoy viendo si puedo mudarme a otra casa, ya que el frío de aquí a uno lo empeora.
¿Guardas alguna esperanza?
La verdad solo espero que cuando yo no esté a mi familia no le falte nada. Mis hijos ya están grandecitos, felizmente no tienen esta enfermedad y bueno solo me queda decir la verdad: cada día pierdo más las esperanzas. He bajado ya 14 kilos. (Me muestra una foto y quedo desconcertado)
Las colas de nunca acabar
Por las mañanas José debe bajar ayudado de su esposa las escaleras del cerro El Pino después de bajarlas debe caminar tres cuadras más hacia el paradero poco a poco llegan al destino, toman un bus y al subir a este reciben desde muy temprano, lo que para una persona es peor que la enfermedad: la indiferencia. Muchos se niegan a sentarse o darle la mano, su aspecto acabado por la enfermedad hace que la sociedad y sus propios vecinos lo miren con temor. Es cierto es contagioso pero a veces la exageración va por delante.
Llegan a la posta de La Victoria, donde deben al igual que otros pacientes hacer largas colas por algunos minutos de atención. Ahora con este invierno y las bajas de estas temperaturas, José deberá doblegar sus fuerzas si quiere llegar a verano.
Hecha la cola que empieza desde las seis de la mañana y termina a las once. José es llevado a casa por su esposa. Ella debe ir a trabajar: lava ropa a un vecino o a veces vende chocolates en las calles. José debe velar por si mismo. El dice que varias veces ha resbalado las escaleras en la subida a su casa pues vive en lo más alto del cerro. Su casa no es propia vive como guardián. Es así como un enfermo de bajos recursos hace frente diariamente a la enfermedad.
SIN PASTILLAS EN EL PAÍS
Casi todos los medicamentos para el tratamiento de la tuberculosis MDR se importan. “Las farmacias nacionales no están interesadas en producirlos. Quienes necesitan estos medicamentos no pueden pagar por estas medicinas”. No es un tema de patentes sino de mercado. Y sin mercado no habrá oferta.
El Estado Peruano invierte por cada paciente con TBC simple US$160. Si es un paciente MDR el monto alcanza los US$3.500. El tratamiento de un XDR supera los US$25.000 a precios comerciales. (Fuente Minsa)
Hasta el momento aquí no existen medicamentos para XDR, a estos pacientes se les plantea un conglomerado de antibióticos que también se recetan a los MDR. “Se les da todo lo que hay. No se puede hacer más”.
Con este esquema la probabilidad de que el paciente supere la enfermedad es de solo 50%.Con todo esto es muy probable que mi entrevistado logre vencer a la enfermedad, su estado es grave, antes de despedirme prometo visitarlo, espero que supere este invierno, no el clima sino la indiferencia del Estado, de la sociedad. (Escribe: Hans Mamani M.)

miércoles, 3 de agosto de 2011

DRAMA DE UNA FAMILIA CON TBC MDR

Por LIZ HUILLCA LLAMOCCA
Un año después de la muerte de su progenitor, Elena y Verónica  descubrieron que al igual que sus padres sufren de Tuberculosis Multidrogoresistente - TBC MDR. La situación por la que atraviesan es crítica pues los dos hijos de Elena también se contagiaron.
Ellos crearon su propio mundo, un mundo en el cada uno de sus proyectos, y miradas hacia el futuro se hacen cada vez más ficticios. “A veces irrealizable” comenta Verónica, una joven de 20 años, mientras pierde su mirada en los cerros de Manchay. Es una mirada triste, una mirada de desesperanza, una mirada que pide ayuda.
El caso de esta familia entera contagiada de TBC no es usual. Ellos están aislados por la seguridad de sus vecinos, sufren la discriminación de una sociedad que no conoce de piedad en estos casos.
Su casa cercada con cartones y maderas es todo un reducto, tras el cual los miembros de la familia se resguardan del rechazo de la población. La calle que pasa frente a su casa es poco transitada, son pocas las personas que realmente les brindaron su apoyo.
FAMILIA CONTAGIADA
Son cinco los miembros afectados de esta familia. Todo surgió a partir del fallecimiento del padre, Teodoro quien murió hace un año sin un diagnóstico médico. La falta de recursos es un tema constante en esta familia. Su situación de extrema pobreza también es una característica en Manchay.
“Apenas nos alcanza para comer, cuando mi padre murió recién nos enteramos que tenía TBC. Nos recomendaron hacernos una prueba para descartar el contagio pero no teníamos ni para los pasajes a la posta. Recién nos enteramos de que toda la familia tenía la enfermedad cuando se presentaron los síntomas en mi mamá”. Relata Elena, la hija mayor de esta familia, quien además a sus 25 años tiene dos hijos quienes también esta contagiados.
María y Raúl, de 4 y 6 años respectivamente, son los pequeños afectados por esta enfermedad, ellos aun no son conscientes de su situación y piden salir a jugar con los demás niños. No pueden llevar una vida como todos porque las personas no los ven como normales. A donde vayan siempre alguien les mira de reojo y “tener tantas miradas encima es muy vergonzoso” dice llorando la madre de los niños.
Ellos sienten que la sociedad los ha obligado a aislarse, no les dan trabajo, no pueden trabajar por su cuenta. Viven de la solidaridad de La Divina Providencia, un centro médico dedicado a apoyar a personas con esta enfermedad.
UNA DIVINA PROVIDENCIA
Esta familia vio una luz en su camino cuando acudieron a “la Divina Providencia”,  centro médico social que se dedica a combatir la TBC desde 1993 en Manchay y es a  través de esta labor que la familia viene siguiendo un tratamiento para acabar con la TBC MDR.
Esta institución cuenta con un comedor para pacientes con TBC, lo cual hace que el tratamiento sea más controlado. Ellos les proporcionan además los medicamentos gratuitamente.
Además cuentan con talleres de corte y confección  así como talleres de manualidades para quienes no tienen ningún grado de instrucción. De esta manera pretenden apoyarlos pues pueden aprender diversos oficios para que produzcan en casa y  luego vendan sus trabajos manuales o sus confecciones.
La labor que realiza todo este equipo es impulsada por la doctora Guadalupe Lescano y por el padre René Roschy, quienes día a día impulsan y convocan el trabajo de los voluntarios, tan importante en estos casos para un adecuado tratamiento.
Guadalupe Lescano dice “sin el personal voluntariado no podríamos realizar todo lo que nos proponemos porque son ellos quienes chequean que el tratamiento se lleve de la mejor manera. Convocamos  los jóvenes y pobladores de Manchay a participar de esta actividad que a mi parecer es muy provechosa porque evitamos que mas manchaynos se contagien”.
UNA SIGLA QUE DA MIEDO: MDR
La tuberculosis multidrogoresistente es conocida por la resistencia que presenta ante los dos principales antibióticos usados contra esta enfermedad. El tratamiento dura casi un año y se necesita por lo menos 7 antibióticos y un inyectable al día. En el Perú hay 1.708 casos de TBC - MDR.
Sin embargo existe otro tipo de TBC que ha avanzado silenciosamente: una cepa potente a la que no le afecta ningún antibiótico: la XDR, extremadamente resistente.
“El Estado Peruano invierte por cada paciente con TBC simple US$160. Si es un paciente MDR el monto alcanza los US$3.500. El tratamiento de un XDR supera los US$25.000”, según Oswaldo Jave, coordinador de la estrategia de lucha contra la tuberculosis del Ministerio de Salud y uno de los médicos que más ha estudiado esta enfermedad.
Además cabe resaltar que un enfermo sin tratamiento puede contagiar a 15 personas en un año. Cada 3 o 4 horas alguien enferma de TBC en el Perú. Es por ello la importancia del tratamiento y las recomendaciones para evitar que el bacilo de koch se expanda. Debemos llevar una alimentación adecuada, basada en carbohidratos, vitaminas y minerales, verduras y proteínas. Además debemos de mantener los ambientes ventilados, ventanas abiertas y con una circulación del aire regular.
Esta familia contagiada de TBC solo son un ejemplo de los muchos casos que existen en el Perú, algunos aun más críticos. Es por ello la importancia de un diagnóstico anticipado de la enfermedad para así iniciar un tratamiento adecuado y a tiempo. Esta enfermedad es contagiosa pero no incurable, solo depende que tan pendientes estemos de nuestra salud.