Escribe: Antonio Seminario Arevalo
El incremento de ambulantes en el centro de Lima es cada vez mayor. Todo se puede comprar al paso, desde llaveros hechos a mano hasta un ceviche mixto.
“Hay que vender donde está la gente” dice don Jorge, quien vende agua de coco en una carretilla. Don Jorge va vendiendo con su carretilla desde el hospital Loayza hasta las Malvinas, paseándose por todo el Centro de Lima, anunciando su producto con un pequeño banner que dice: “Agua de Coco bueno para los riñones, ovarios, hígado y estómago.”
Don Jorge también comenta que ahora tiene menos problemas que antes con el serenazgo. “La alcaldesa de ahora no fastidia mucho. Dicen que está preparando (la alcaldía) un contingente para sacarnos a todos los ambulantes. La verdad es que no lo creo, pero por mientras trabajo tranquilo…” dijo mientras servía en un vaso el agua de coco para venderle a un taxista.
Así como don Jorge hay miles de ambulantes en todo el Centro de Lima, quienes aprovechan en vender sus productos por la desidia que muestra el municipio. Pero también hay asociaciones, que pagan un servicio o tributo al banco por su estancia. Pero que tampoco tienen el permiso del municipio.
Estas asociaciones de ambulantes piensan que pagando este tributo obtienen el derecho de vender en la calle. Incluso usan un chaleco con el logotipo de la municipalidad de Lima. Pero desconocen que deben de tramitar un permiso en el mismo municipio para que su estancia sea totalmente legal.