sábado, 15 de octubre de 2011

EL PAÍS DE LOS TÍSICOS


Levantarse a las seis de la mañana. Acudir al Centro de Salud “Caquetá”. Regresar a casa para almorzar. No salir hasta el siguiente día. Día en el cual,  volverá al mismo consultorio para tomar nueve pastillas que en un inicio fueron once.  Esta es la rutina que sigue Susana hace cuatro meses. En marzo de este año le diagnosticaron una enfermedad que la llenó de dudas. No sabía qué había hecho mal o qué había dejado de hacer.  Y ahora, lo único que sabe es  que debe continuar con su tratamiento para derrotar a la tuberculosis.
Así como Susana, existen  más de 32 mil casos de TBC en el Perú. Muchos de los pacientes acuden al hospital más cercano de su localidad pero otro porcentaje (cerca del 10%), a pesar de ser perseverantes en el tratamiento, no lo finaliza. Por lo que su recuperación no se llega a concretar.
Este mal, que tiene su foco infeccioso en la capital peruana, posee síntomas que confunden a más de uno. Y como le sucedió a Susana, quién nunca pensó que una tos recurrente, fiebre y fatiga la alejarían de los salones universitarios por más de un ciclo.
“Había días en los que me sentía muy cansada y no tenía ganas de hacer nada. Creía que me desmayaría en clase y tosía mucho. Luego de unos chequeos me dijeron que tenía esta enfermedad pero no sabía bien qué era”, comenta Susana con voz que refleja nostalgia y pena aunque también convicción que la realidad  pronto cambiará.
A pesar de las visitas diarias al centro de salud y el consumo numeroso de pastillas o aplicación de ampollas (dependiendo la fase del TBC), los tísicos, pacientes con esta enfermedad, no deben preocuparse por el gasto de su tratamiento debido a que es cubierto en su totalidad por el estado peruano. El único requerimiento básico es predisposición para asistir a los consultorios donde serán curados.
EXTRAÑA ENFERMEDAD
La tuberculosis es producida por el virus llamado bacilo de Koch que ataca, por lo general, a los pulmones. Si la persona se encuentra con sus defensas  débiles no podrá combatir este tipo de bacteria y el mal se generalizará hacia otros órganos del cuerpo.
Para detectar si se encuentra infectado solo se requiere de un examen gratuito llamados baciloscopia, en el cual  se analiza la flema. De tener resultados negativos la persona es descartada de tener TBC. Si por el contrario, la bacteria aparece en las muestras, el paciente será diagnosticado y empezará su tratamiento.
Como en el caso de Susana, la atención oportuna y rápida permitió que el nivel de la enfermedad no se encuentre avanzado y se pueda combatir sólo con pastillas en un periodo no mayor a los seis meses.
Los días que permanece en su precaria vivienda de Barrios Altos son muchas veces monótonos y es la parte más difícil de convivir con esta enfermedad.  Susana debe permanecer calmada o de lo contrario su situación  no mejorará. Le restan 60 días para desempeñar sus actividades con normalidad y retomar sus clases de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería.
“Lo que más me preocupa es que pierdo clases. No quiero atrasarme en los cursos de la universidad por que se vendrán exámenes finales. Aunque, claro, debo mejorar y descansar estos días”, agrega esta joven de 22 años que tuvo la mala suerte de cruzarse con el TBC en la mitad de su carrera.
A pesar de las dificultades de los últimos meses, la tuberculosis que enfrenta Susana es la más recurrente y fácil de tratar. Existen otros dos tipos en las cuales el esfuerzo es mayor y la efectividad de las pastillas no es segura. Este es el caso de la TBC MDR (multidrogoresistente)  en la que se requiere de aplicación diaria de ampollas para combatir la bacteria. La otra, y más peligrosa, es la TBC XDR (extremadamente resistente) que requiere de un tratamiento especial y que no es cubierto por el estado.
LENTA ESPERA
Susana se sintió recuperada luego de dos semanas de tratamiento. Creía que todo había sido un susto y no tendría que volver a las pastillas diarias ni visitas al consultorio. Se equivocó. La tuberculosis requiere tiempo y paciencia por quien la adquiere. El error de muchos pacientes es dejar el tratamiento. Grave error. La bacteria vuelva a ingresar al organismo pero en una fase más fuerte lo que puede causar la muerte de la persona.
Es de sumo cuidado que en este lapso de tiempo (6 meses) el paciente con tuberculosis no estornude o tosa en público. Esta acción podría contagiar a la otra persona. Sin embargo, otras acciones como: dar la mano, dar abrazos o compartir cubiertos no generan la transmisión del bacilo de Koch.
La efectividad del tratamiento requiere, a su vez, una buena alimentación. El paciente no debe permitir que sus defensas bajen. Es común que aumente unos kilos para resistir las pastillas que toma a diario. Entre la dieta a seguir se encuentran las carnes, verduras y frutas.
“He aumentado cerca de cinco kilos. No me siento mal pero creo que cuando termine el tratamiento me controlaré para recuperar mi peso ideal.”, refiere Susana con mayor convicción. Sabe que el tiempo pasa rápido y mientras menos piense en su recuperación volverá a clases.
Susana terminó la sesión de hoy en el Centro de Salud “Caquetá”. En la entrada se le acerca una joven y le pregunta donde se encuentran los pacientes con TBC. Ella le indica que debe caminar hacia el fondo del pabellón donde encontrará un afiche que ella vio hace cuatro meses: “Una cosa es segura, la TBC sí se cura”. (ARAMIS CASTRO RAMOS)

sábado, 17 de septiembre de 2011

LA TBC EN LA CIUDAD

Juan Meza es un hombre de 47 años, de contextura gruesa, alegre en todo momento, sabe sacar un chiste de cualquier tema. Padre amoroso: “mis dos hijos me dan fuerzas para seguir todos los días”. Con una sonrisa que deja ver la abertura entre sus dientes frontales. De actitud juvenil, ninguno de sus familiares pensó que dentro de su organismo se estaba formando la tuberculosis.
Soportó casi un mes la tos con flema que hasta le hacía botar sangre, cuando al fin fue al hospital: llevó dentro de un vaso de plástico su esputo. Los resultados fueron desalentadores: tuberculosis de primer esquema (conocidos también como pacientes vírgenes).El tratamiento duraría de seis a ocho meses, durante ese tiempo tendría que ingerir hasta 11 pastillas y una inyección al día. Irónicamente se puede decir que tuvo suerte, este grado de la enfermedad es leve.
Los médicos han detectado un tipo de tuberculosis resistente a los medicamentos comunes cuyo tratamiento puede durar hasta dos años, en este tiempo el paciente debe ingerir hasta 15 antibióticos al día. Conocido técnicamente como TBC del tipo MDR (multi drogo resistente). Pero hay otro tipo aún más resistente a los medicamentos es el denominado XDR (extremadamente resistente).
Actualmente en el Perú ya suman 340 contagiados por este mal extremadamente resistente. Y un total de 32.471 de pacientes por tuberculosis simple, donde el 90% se cura. Con estas cifras el Perú se ubica en segundo lugar  en América Latina de incidencia a esta enfermedad, después de Brasil.
Mal sicológico
La Tuberculosis no sólo es una enfermedad que deteriora a su víctima en forma física, sino que sicológicamente lo destruye sin piedad. El aspecto de la persona cambia totalmente. Se observa decaimiento, con el rostro demacrado y pérdida de peso. La persona jovial y alegre que era Juan se perdió en esa mirada de resignación y desánimo que refleja en la foto que me muestra: se le ve con una mascarilla blanca que previene la salida de su saliva al hablar, estornudar o toser. Está muy delgado y con los ojos rojos como si hubiese llorado durante horas.
Cuenta que incluso sus propios familiares le dieron la espalda cuando se enteraron de su enfermedad. “Mis sobrinos dejaron de visitarme. Comparto mi casa con mi cuñado y él tiene una hija de cuatro años, un día me dijo que mejor lleve el agua en una batea y me lave en el techo, la verdad me sentí mal”, manifiesta.
Trabajaba de cocinero en un restaurante ubicado en la avenida Argentina y por las noches en un puesto de caldo de gallina al paso: ayudaba a servir y lavar, “todo dinero extra es bienvenido, más aun cuando mis hijos están en el colegio”. Dejó de trabajar a causa de la TBC. Sus dos hijos son Kevin de seis años quien cursa el primero de primaria, juguetón, inquieto y amiguero; y Alex de cuatro años, más tranquilo, recién está en el nido.
Se encuentra en el quinto mes de tratamiento, el Estado le brinda mensualmente una ración de víveres nutritivos: entre arroz, frejoles, lentejas y avena. Pero eso no le alcanzaba, por eso con mascarilla y con unos guantes vende artículos de plástico en un mercado de su barrio. “No siempre vendo, pero al menos no me quedo sentado”, indica.
Su esposa, Martha Quispe, lo ayuda “le han prohibido que cargue cosas pesadas, eso puede afectar sus pulmones, pero él no hace caso”.  Ella se despierta temprano y saca a ventilar sus frazadas “la doctora me ha dicho que el ambiente tiene que estar ventilado. Además, todos sus utensilios de limpieza y comida están con una marca”.
Pero no solo Juan tuvo que asistir al hospital, también toda su familia para descartar cualquier contagio, “a buena hora que no contagié a nadie de mi familia”, comenta.
Muerte anunciada
Sara Cochachicoge de la mano a su hijo de año y medio, lo besa, acaricia su cabello. Ella fue una de las afectadas por el TBC, porque su pareja José contrajo esta enfermedad y murió. Cuenta que cuando él había salido de la cárcel, del penal San Jorge, tosía demasiado pero no iba al hospital, simplemente decía “es una simple tos”.
Ella sólo entendió del mal de su esposo: que era un tipo resistente de TBC y el tratamiento iba a durar dos años. José tenía 27 años, al parecer se contagió en la cárcel. “Yo siempre le decía que vaya a tratarse, pero no me hacía caso prefería irse con sus amigos, sólo fue unas cinco veces al hospital”. Murió hace tres meses, Sara no puede contener el llanto mientras ve la foto de su difunta pareja.
“Salió una noche con sus amigos, al día siguiente me llamó uno de ellos, me dijo que José estaba en el hospital porque había comenzado a botar sangre de la boca. Cuando llegué me dijeron que estaba muerto, que sus pulmones estaban muy deteriorados”, cuenta Sara.
José trabajaba de cobrador en una combi, quería reintegrarse a la sociedad, hacerlo por su hijo, comenta Sara. Lo cierto es que las personas infectadas no tienen un empleo, en su mayoría son despedidos para no contagiar a los demás, se sienten incapaces y ven en el transporte público una oportunidad de seguir laborando para aportar en el hogar. Pueden alquilar un vehículo y salir a realizar taxi. Pero es evidente que sus pasajeros pueden ser víctimas de la tuberculosis.
Palabras de una especialista
Esta enfermedad es muy contagiosa, basta que una persona infectada converse con otra, el virus se propaga rápidamente a través del aire, como lo indica Silvia Cosme, doctora encargada del área de tratamiento de la TBC en el hospital de San Juan de Lurigancho. Uno de los distritos de Lima con mayores índices de contagio, con 1095. “No todas las personas que vienen al tratamiento la culminan. Es por las pastillas muchas veces causan mareos y nauseas. Tiene que ser continúo, es un mal que no perdona”, afirma.
Si la enfermedad aún es leve se cura yendo durante seis meses al centro de salud, pero si este es abandonada la situación se complica. El virus se hace fuerte y se origina la MDR y la XDR. Además una persona infectada puede contagiar a 15 individuos más, pero a la segunda semana de comenzado el tratamiento la persona enferma deja de ser un foco infeccioso.
Esta enfermedad ataca sobre todo a las personas de pocos recursos, a aquellos que les cuesta quedarse en cama. “Normalmente los pacientes se cansan de estar en casa, siente que sólo son un gasto para su familia, la incapacidad los agobia. Por eso, muchos de ellos no dudan en buscar cualquier tipo de empleo provisional”, comenta la doctora.
Ella estuvo al tanto de José Huerta de quien dice “venía cuando quería, era irresponsable, al parecer no le importaba nada”. Agrega que incluso le pedía que le entregue los antibióticos para tomarlos en casa, pero eso está prohibido. “El doctor debe vigilar que el paciente tome sus medicamentos, porque si se lo llevan quien saben lo que puedan hacer, incluso venderlas”, explica.
La tuberculosis ya ha cobrado muchas vidas y está en manos del gobierno enfrentar esta terrible enfermedad. Pero también depende del cuidado personal de la salud. La tuberculosis se puede prevenir si se tiene una vida sana e higiénica y la persona con TBC puede ayudar a prevenir su propagación. Desechando inmediatamente el papel con el cual se limpió, lavándose las manos después de toser, usando la mascarilla y sobre todo continuar con el tratamiento.
Juan López ahora tiene un mejor semblante, interdiariamente se acerca al centro médico para ingerir sus pastillas. La doctora Silvia dice que es el paciente más alegre que ha tenido y también el más entregado al proceso de curación, “se ve que quiere curarse”, comenta sonriente.
La tuberculosis tiene cura. Para ello es responsabilidad del enfermo en seguir estrictamente las indicaciones del doctor, quien debe comprometerse dejar de lado la relación doctor-paciente para ser amigos. Pero también del Estado, que debe aportar un mayor presupuesto al sector de la salud. Implementar programas de prevención de la tuberculosis, informar a la sociedad la gravedad de esta enfermedad.
Kevin y Alex abrazan a su papá y Juan con lágrimas dice que fue uno de los mayores retos de su vida, el sobrellevar la enfermedad. Deja a un lado su mascarilla y coge sus plásticos para salir a vender. Camina por las polvorientas calles, “espero no haberte contagiado”, me dice sonriente. Todo un personaje, que comprendió el riesgo de este mal y ya está prácticamente curado. (Escribe: Walter Acuña Montalvo)

sábado, 6 de agosto de 2011

LA TUBERCULOSIS EN EL PERÚ, TRISTE REALIDAD

Largas colas que dirigen a una muerte anunciada. Este es el caso de miles de peruanos que día a día tratan de hacerle frente a la tuberculosis.
El crecimiento económico no se hace sentir del todo. A diario miles de peruanos conviven con la tuberculosis y se contagian de  esta enfermedad. Pero ¿qué es la tuberculosis? Es una enfermedad infecciosa causada por diversas especies del género mycobacterium, la más infecciosa del mundo. El Perú no escapa a esta realidad y a diario lucha contra la tuberculosis.
Inclusive existen tipos de esta enfermedad donde el tratamiento es incurable para una persona que vive en extrema pobreza. El Perú no posee centros especiales para el tratamiento de esta enfermedad pues la red hospitalaria peruana es deficiente. Los servicios quirúrgicos no están a la par de la enfermedad. Es dramático señalar que en América sólo Perú y Haití superan la tasa de más de cien pacientes por cada cien mil habitantes.
El Ministerio de salud señala que la tuberculosis no se podrá afrontar solamente con aspectos biomédicos.  La TBC tiene que tener un enfoque mucho más amplio, social, político, económico y aseguran que a eso está encaminada la política de este gobierno.
La tuberculosis en el Perú es un problema de salud pública. Una epidemia para la organización mundial de la salud (OMS), Perú es un  país con alto riesgo de epidemia sobre la tuberculosis, superado solo por Brasil.  Si esto se llegara a difundir intencionalmente, puede llegar a ocasionar graves problemas en el turismo y otros recursos del país
Pero lo más grave es que esta enfermedad se vuelve cada vez más resistente, estas cepas de la enfermedad han mutado y es difícil contrarrestarlas Este tipo de mutación se conoce como tuberculosis multidrogo resistente. En el 2006 el Perú tenia 220 casos de tuberculosis multidrogo resistentes (TBC MDR), en este caso superamos a países africanos como Mozambique o Zimbawe.
La injusticia se hace notar con frecuencia a diario, muchos pacientes son marginados, excluidos, la propia sociedad pone su parte y trata mal al paciente.
Este tipo de enfermedad requiere de un tratamiento mucho más largo pues es resistente, en el Perú son pocos los que ganan la batalla.

Lima es el principal lugar donde se ha desarrollado esta enfermedad, el 89 % de casos  está en la capital peruana y no existen fármacos para contrarrestar esto.
Falta de apoyo del Estado y la sociedad
José, trabajaba en Gamarra, sin seguro de salud. Las largas doce horas que cumplía en su labor diaria para llevar el sustento a su familia, le pasaron factura. Posee la tuberculosis multigrodo resistente. Solo espera la muerte postrado en un cuarto, lo único que le da alivio y esperanza es no haber contagiado a sus dos hijos. Cada uno de ellos ha tenido que dejar la casa y vivir con parientes cercanos.
La entrevista es pactada por la mañana, su esposa Martha me prevé de llevar una mascarilla para evitar así un contagio. No fue fácil llegar hasta el lugar situado en lo mas alto del cerro El Pino aquí el frío se siente con más fuerza, alisto la grabadora y empezamos la entrevista.
¿Cuándo te diste cuenta que tenias la enfermedad?
Al comienzo no le di la importancia creí que seria algo pasajero. Luego vinieron los síntomas con más fuerza que me preocuparon. Tuve que dejar el trabajo, caí enfermo y solo ahí me di cuenta de mi enfermedad.
¿Eres consciente de la enfermedad que sufres?
Si. No puedo curarme el seguro no me ayuda, la demora se da en todo. Lo que más me preocupa es mi familia, mis hijos.
¿Crees que pudiste evitar esta enfermedad?
La verdad si, nunca he sido de las personas que van a los hospitales ni siquiera conocía de este tipo de tuberculosis. Tampoco me preocupé a pesar de mi estado seguí trabajando y eso fue lo que me trajo esta enfermedad terminal.
¿Qué es lo que le pides al Estado crees que se está dando un buen  trato a los enfermos como es tu caso?
En el tiempo que he estado recibiendo ayuda del Minsa nunca he visto un verdadero apoyo, no tienen algunas pastillas y se tienen que reprogramar. Esto me afecta y afecta a otros como yo. Somos gente humilde, mi esposa no tiene un trabajo seguro y la ayuda que recibo son de mis hermanos.
¿Cuánto tiempo llevas tratándote?
Ya llevo dos años. Estoy viendo si puedo mudarme a otra casa, ya que el frío de aquí a uno lo empeora.
¿Guardas alguna esperanza?
La verdad solo espero que cuando yo no esté a mi familia no le falte nada. Mis hijos ya están grandecitos, felizmente no tienen esta enfermedad y bueno solo me queda decir la verdad: cada día pierdo más las esperanzas. He bajado ya 14 kilos. (Me muestra una foto y quedo desconcertado)
Las colas de nunca acabar
Por las mañanas José debe bajar ayudado de su esposa las escaleras del cerro El Pino después de bajarlas debe caminar tres cuadras más hacia el paradero poco a poco llegan al destino, toman un bus y al subir a este reciben desde muy temprano, lo que para una persona es peor que la enfermedad: la indiferencia. Muchos se niegan a sentarse o darle la mano, su aspecto acabado por la enfermedad hace que la sociedad y sus propios vecinos lo miren con temor. Es cierto es contagioso pero a veces la exageración va por delante.
Llegan a la posta de La Victoria, donde deben al igual que otros pacientes hacer largas colas por algunos minutos de atención. Ahora con este invierno y las bajas de estas temperaturas, José deberá doblegar sus fuerzas si quiere llegar a verano.
Hecha la cola que empieza desde las seis de la mañana y termina a las once. José es llevado a casa por su esposa. Ella debe ir a trabajar: lava ropa a un vecino o a veces vende chocolates en las calles. José debe velar por si mismo. El dice que varias veces ha resbalado las escaleras en la subida a su casa pues vive en lo más alto del cerro. Su casa no es propia vive como guardián. Es así como un enfermo de bajos recursos hace frente diariamente a la enfermedad.
SIN PASTILLAS EN EL PAÍS
Casi todos los medicamentos para el tratamiento de la tuberculosis MDR se importan. “Las farmacias nacionales no están interesadas en producirlos. Quienes necesitan estos medicamentos no pueden pagar por estas medicinas”. No es un tema de patentes sino de mercado. Y sin mercado no habrá oferta.
El Estado Peruano invierte por cada paciente con TBC simple US$160. Si es un paciente MDR el monto alcanza los US$3.500. El tratamiento de un XDR supera los US$25.000 a precios comerciales. (Fuente Minsa)
Hasta el momento aquí no existen medicamentos para XDR, a estos pacientes se les plantea un conglomerado de antibióticos que también se recetan a los MDR. “Se les da todo lo que hay. No se puede hacer más”.
Con este esquema la probabilidad de que el paciente supere la enfermedad es de solo 50%.Con todo esto es muy probable que mi entrevistado logre vencer a la enfermedad, su estado es grave, antes de despedirme prometo visitarlo, espero que supere este invierno, no el clima sino la indiferencia del Estado, de la sociedad. (Escribe: Hans Mamani M.)

miércoles, 3 de agosto de 2011

DRAMA DE UNA FAMILIA CON TBC MDR

Por LIZ HUILLCA LLAMOCCA
Un año después de la muerte de su progenitor, Elena y Verónica  descubrieron que al igual que sus padres sufren de Tuberculosis Multidrogoresistente - TBC MDR. La situación por la que atraviesan es crítica pues los dos hijos de Elena también se contagiaron.
Ellos crearon su propio mundo, un mundo en el cada uno de sus proyectos, y miradas hacia el futuro se hacen cada vez más ficticios. “A veces irrealizable” comenta Verónica, una joven de 20 años, mientras pierde su mirada en los cerros de Manchay. Es una mirada triste, una mirada de desesperanza, una mirada que pide ayuda.
El caso de esta familia entera contagiada de TBC no es usual. Ellos están aislados por la seguridad de sus vecinos, sufren la discriminación de una sociedad que no conoce de piedad en estos casos.
Su casa cercada con cartones y maderas es todo un reducto, tras el cual los miembros de la familia se resguardan del rechazo de la población. La calle que pasa frente a su casa es poco transitada, son pocas las personas que realmente les brindaron su apoyo.
FAMILIA CONTAGIADA
Son cinco los miembros afectados de esta familia. Todo surgió a partir del fallecimiento del padre, Teodoro quien murió hace un año sin un diagnóstico médico. La falta de recursos es un tema constante en esta familia. Su situación de extrema pobreza también es una característica en Manchay.
“Apenas nos alcanza para comer, cuando mi padre murió recién nos enteramos que tenía TBC. Nos recomendaron hacernos una prueba para descartar el contagio pero no teníamos ni para los pasajes a la posta. Recién nos enteramos de que toda la familia tenía la enfermedad cuando se presentaron los síntomas en mi mamá”. Relata Elena, la hija mayor de esta familia, quien además a sus 25 años tiene dos hijos quienes también esta contagiados.
María y Raúl, de 4 y 6 años respectivamente, son los pequeños afectados por esta enfermedad, ellos aun no son conscientes de su situación y piden salir a jugar con los demás niños. No pueden llevar una vida como todos porque las personas no los ven como normales. A donde vayan siempre alguien les mira de reojo y “tener tantas miradas encima es muy vergonzoso” dice llorando la madre de los niños.
Ellos sienten que la sociedad los ha obligado a aislarse, no les dan trabajo, no pueden trabajar por su cuenta. Viven de la solidaridad de La Divina Providencia, un centro médico dedicado a apoyar a personas con esta enfermedad.
UNA DIVINA PROVIDENCIA
Esta familia vio una luz en su camino cuando acudieron a “la Divina Providencia”,  centro médico social que se dedica a combatir la TBC desde 1993 en Manchay y es a  través de esta labor que la familia viene siguiendo un tratamiento para acabar con la TBC MDR.
Esta institución cuenta con un comedor para pacientes con TBC, lo cual hace que el tratamiento sea más controlado. Ellos les proporcionan además los medicamentos gratuitamente.
Además cuentan con talleres de corte y confección  así como talleres de manualidades para quienes no tienen ningún grado de instrucción. De esta manera pretenden apoyarlos pues pueden aprender diversos oficios para que produzcan en casa y  luego vendan sus trabajos manuales o sus confecciones.
La labor que realiza todo este equipo es impulsada por la doctora Guadalupe Lescano y por el padre René Roschy, quienes día a día impulsan y convocan el trabajo de los voluntarios, tan importante en estos casos para un adecuado tratamiento.
Guadalupe Lescano dice “sin el personal voluntariado no podríamos realizar todo lo que nos proponemos porque son ellos quienes chequean que el tratamiento se lleve de la mejor manera. Convocamos  los jóvenes y pobladores de Manchay a participar de esta actividad que a mi parecer es muy provechosa porque evitamos que mas manchaynos se contagien”.
UNA SIGLA QUE DA MIEDO: MDR
La tuberculosis multidrogoresistente es conocida por la resistencia que presenta ante los dos principales antibióticos usados contra esta enfermedad. El tratamiento dura casi un año y se necesita por lo menos 7 antibióticos y un inyectable al día. En el Perú hay 1.708 casos de TBC - MDR.
Sin embargo existe otro tipo de TBC que ha avanzado silenciosamente: una cepa potente a la que no le afecta ningún antibiótico: la XDR, extremadamente resistente.
“El Estado Peruano invierte por cada paciente con TBC simple US$160. Si es un paciente MDR el monto alcanza los US$3.500. El tratamiento de un XDR supera los US$25.000”, según Oswaldo Jave, coordinador de la estrategia de lucha contra la tuberculosis del Ministerio de Salud y uno de los médicos que más ha estudiado esta enfermedad.
Además cabe resaltar que un enfermo sin tratamiento puede contagiar a 15 personas en un año. Cada 3 o 4 horas alguien enferma de TBC en el Perú. Es por ello la importancia del tratamiento y las recomendaciones para evitar que el bacilo de koch se expanda. Debemos llevar una alimentación adecuada, basada en carbohidratos, vitaminas y minerales, verduras y proteínas. Además debemos de mantener los ambientes ventilados, ventanas abiertas y con una circulación del aire regular.
Esta familia contagiada de TBC solo son un ejemplo de los muchos casos que existen en el Perú, algunos aun más críticos. Es por ello la importancia de un diagnóstico anticipado de la enfermedad para así iniciar un tratamiento adecuado y a tiempo. Esta enfermedad es contagiosa pero no incurable, solo depende que tan pendientes estemos de nuestra salud. 

jueves, 14 de julio de 2011

El director de Apu teatro: mágicamente mágico

Recostado en un sillón, con una copa de vino en la mano y un aspecto desaliñado, extravagante y un tanto “huachafo”. Encontramos a Enrique “Mágico” Herrera,  bohemio e idealista director de Apu Teatro, quien ha hecho del arte la razón de su vida y su único amor.  
Mágico en su búsqueda de entretener y brindar cultura al público con las artes escénicas, presenta breves obras en la esquina de su casa ubicada en Calle Las Calezas 275 Urbanización EL Manzano en el Rímac. El telón se abre en un espacio construido con algunas maderas, telas y sillas al aire libre.
¿Desde qué edad te dedicas al teatro?
Yo comencé mi etapa de vida como actor a los 17 años. Mis padres se oponían pero yo pude desligarme de ellos.  Llevé algunos talleres y cursos teatrales que yo mismo me pagaba. Sin duda fue la etapa más dura de mi vida pero asimismo me trajo muchas satisfacciones. Allí pude descubrir para lo que yo estaba hecho: el teatro iba a ser y sigue siendo la razón principal de mi vida: el amor al arte.
¿Has participado en grandes obras o representaciones?
Claro, al iniciarme en el año 1998 como un actor formado, tuve el apoyo de mis profesores y de esa manera pude integrarme a obras teatrales en las que jamás habría podido siquiera soñar. Participé en varias obras al lado de artistas que ahora son reconocidas como el caso de Carolina Cano o Maricielo Effio.
¿Has pertenecido a alguna agrupación similar a Yuyachkani por ejemplo?
Si, a decir verdad, Yuyachkani representa para mí casi mi segundo hogar, cuando salí de mi taller, un profesor me recomendó pertenecer a escuelas de arte u organizaciones que promovían el arte porque ello me ayudaría en mi formación como artista. Así es como me uní a Yuyachkani y participé en casi todas sus presentaciones. Quizá muy pocas veces tuve el papel principal pero el simple hecho de pararme frente al público y mostrar una faceta mía hace que mi sangre vibre.
¿Cómo nace la idea de formar Apu Teatro?
Esta locura mía nace hace varios años. En realidad yo ya lo venia maquinando desde hace casi diez años pero recién en el 2004 es que pude hacerlo realidad. Recibí la ayuda de mi madre y algunos vecinos que me donaron algunas de las cosas.
Hacer un proyecto de esta magnitud cuesta mucho dinero ¿Cómo fue en tu caso?
De hecho que sí cuesta porque alcanzar una meta requiere de esfuerzo. Después, vienen los costos de preparación y trabas como el miedo de montar un teatro clandestino. Sin embargo, la recompensa es más que gratificante. El ver a una madre que vive en un asentamiento humano en la “punta del cerro” traer a sus hijos a ver una obra, niños que no cuentan con el dinero suficiente para pagar una entrada y se sientan en el suelo para poder observarla, ese es el verdadero premio.
¿Apu teatro solo se presenta aquí en el Rímac?
No, desde que comenzó, va a parecer extraño pero recibí ofertas para ir a otros distritos como Chorrillos, Independencia y en países como Bolivia, Chile, México, Colombia, Ecuador y Argentina, en los que actué con otros artistas internacionales.
Ya que te has presentado en estos distritos, ¿tienes alguna anécdota?
Infinidad. Yo siempre digo, donde sea que haya personas, siempre hay una buena historia que realizar y que contar. Pero la que me impulsó a realizar mis presentaciones fue una que me pasó en Chorrillos. Al pasar el sombrero para recibir la colaboración del público, encontré a una niña que no tenía cómo pagarme. Yo, al verla, le dije: “Vete tranquila, no es necesario” y me quedé allí arreglando el lugar con la ayuda de algunas vecinas. Después de algunos minutos, me sorprendí al ver que la niña regresó con una moneda de veinte céntimos. Este hecho, fue hermoso, cautivante y motivador. Algo que no he vuelto a experimentar en mucho tiempo.
¿También tienes una escuela con ese nombre?
Gracias al apoyo y al incentivo de varias personas yo decidí formar una pequeña escuela de teatro. Al inicio pensé que no sería aceptado, incluso me veía sentado frente a un grupo de sillas vacías, pero grande fue mi sorpresa al comprobar que diez jóvenes interesados se habían aproximado a mi salón de clases. Para mí eso fue emocionante cautivador, si hubiera podido llorar lo habría hecho, pero eso solo lo reservo para mis actuaciones.
Ahora te has trasladado también a las redes sociales, ¿Cómo ha sido la acogida?
Un amigo mío me recomendó que publicitara el teatro por medio de internet, en aquel entonces yo no tenía ni idea de que era eso, pero me ayudaron y pude crear la página web. Luego comencé a practicar, a informarme más y desde hace año y medio decidí crear la cuenta en Facebook: www.facebook.com/Apu-Teatro.
Me ha impresionado la cantidad de personas que se unieron. Son casi 5000 contactos y me siento muy a gusto con eso, de verdad me da más fuerza.
Hoy en día las personas se dejan manejar mucho por los prejuicios al elegir una carrera profesional y desechan la idea de la actuación ¿Cuál es tu mensaje para ellos?
Concuerdo contigo porque es debido a prejuicios que se mata el arte en los más pequeños en vez de estimularlo.  Pero si uno tiene el ideal y lucha con todas sus fuerzas para alcanzarlo podemos lograr lo que queremos, podemos llegar a ser desde panaderos hasta altos empresarios. Todo es posible, claro te va a costar mucho y el camino no será pues un camino de margaritas pero lo vale, todo es cuestión de decisión y mucho empeño. (EscribeLiesly Jhoana Martinez Laura)

viernes, 17 de junio de 2011

LA TINTA QUE NO LLEGÓ AL RÍO

Imagínate lo siguiente: caminas, vez a dos grupos, por un lado gritan asesinos y por el otro terroristas. Te detienes, acercas el micrófono y le preguntas: ¿Qué piensas de lo que dicen al frente? Corres, esperas la réplica de los otros y así hasta que te canses o hasta que ellos se detengan. Tal vez piensas que eso no es lo correcto, que echar más leña al fuego no es la mejor manera de cubrir una noticia, pero no siempre importa eso. Yo me di cuenta sólo después que lo hice. Si la tinta que presenta este papel no fuera negra seguramente se hubiera vuelto roja. Felizmente la sangre no llegó a verse y por esa razón no tengo nada de qué reprocharme.
El cruce de la avenida Alfonso Ugarte con Paseo Colón era el lugar escogido. El cierre de campaña de la candidata por Fuerza 2011, Keiko Fujimori, lucía a las seis de la noche con más de tres mil personas. Un grupo de mujeres de distintas edades alcanzaban polos, stikers, banderas entre otros objetos de propaganda política. Una bandera llegó a mis manos sin yo pedirlo. Era anaranjada. Leíase en él: Keiko Presidente. La miré de reojo y con cierta timidez la flamié. Dirigí mi mirada al estrado. Una foto gigante presentaba a Keiko con los brazos extendidos como imitando a Cristo Redentor. El animador anunciaba la llegada de Los Hermanos Yaipen. Decidí caminar, sabía que dentro de poco no seria tan fácil desplazarse. Encontré a varios vendedores ofreciendo CDs con canciones alusivas a Keiko. “A tres soles nomas” me dijo aquel joven al observar en mi alguna curiosidad. Cuando le dije que solo quería ver el Cd, me lo quitó y se fue.
Dos ancianas bailaban al son de “Ojalá que te mueras…”. Las miré con asombro. Sus arrugas externas contrastaban notoriamente con su espíritu juvenil. Pensé entonces que no es  tan cierto que la política arroje de nosotros lo más sórdido. A veces, como en aquellas mujeres, la política nos permitiría relucir también lo más sublime que llevamos en nuestro ser.
Sin embargo, pensar que hay solo un tipo de militante, simpatizante o curioso tampoco es verdad. Las hay de aquellas con más de veinte chuzos en los brazos y tal vez uno que otro muertito en su haber. Los hay de aquellos que lloran ante un discurso (no sé si por emocionados o indignados por lo que nos podría pasar). Los hay borrachos que se tambalean de un lado a otro sin ninguna consideración. Esta la prensa nacional y extranjera ubicadas en ambos lados laterales de la plaza Bolognesi frente al estrado principal. Estábamos todos menos el personaje más importante: Keiko Sofía Fujimori.
Eva Ayllón y Dina Paucar nos cantaron después que se despidieron Los Hermanos Yaipén. Aquel baile de caderas que hicieron estos últimos motivó más de un grito entre las chicas y no tan chicas del público. A las nueve y media se anunció la llegada de la candidata presidencial. El preámbulo lo inició Máximo San Román y lo terminó Pedro Pablo Kuzsinsky. Diez minutos después Keiko Fujimori iniciaba su discurso agradeciendo a todos sus invitados, familiares, amigos y simpatizantes que llevaban más de tres horas en la plaza. Explicó sus programas sociales “Mi primera chamba”, “Lucha contra la pobreza”, “Calle segura” entre otros anuncios de su plan. No obstante, a medida que ella hablaba la gente empezó a retirarse del lugar. Pensé que esto era consecuencia de un mal trabajo logístico. Tal vez sí. Tenía preguntas: ¿A quién se le ocurrió hacer el mitin final a menos de un kilómetro donde su  contendor Ollanta Humala también lo hacía? ¿Por qué se demoró mucho en salir Keiko al escenario? ¿Esperaban que apenas terminé el mitin de Ollanta esas personas se pasarían al de Keiko? Como sea, lo cierto fue que no se aprovechó el clímax de la concurrencia. Consideré que la noticia terminaría con el discurso de Keiko pero me equivoqué.
Cerca al cruce de la avenida Wilson y Colón más de treinta personas esperaban con pancartas a la mano a los simpatizantes de Keiko. Eran la gente que apoyaba a Humala. “Ollanta ya ganó” “Keiko sí, Ollanta no” se escuchó por todos lados. La consigna era quién gritaba mas ganaba. Me acerqué a preguntar a uno de los humalistas… “¿Si sabías que el mitin de Keiko era acá porque pasaron por aquí?... Simplemente porque deseamos manifestar nuestro descontento pues, mucho ratero… Si, pero ¿no cree que eso es provocarlos?... De repente tú no te acuerdas la época en que han robado… No señor, yo si me acuerdo…Quieren regresar los rateros me tengo que indignar como cualquier ciudadano”. Fui a preguntarte a una keiquista: ¿Qué piensas de lo que dicen allá al frente? ¿Que les puedes decir?... Lo que buscan es solamente el conflicto, nosotros no, nosotros queremos la reconciliación…” En ambos lados las reacciones eran conflictivas. Las manos alzadas mostrando el dedo medio, los dos índices levantados a la misma altura y al mismo vaivén. En el centro de los dos grupos estaba la policía intentando evitar la desgracia. Entre ellos yo que me olvidé del equilibrio y me lancé al azuzamiento, tal vez no consciente pero si peligroso. Felizmente para mí y para todos ahí no llego a más. Pues no hubiera podido escribir esta crónica y menos deleitarme redactándola. (ERICK SANCHEZ NORIEGA)

jueves, 16 de junio de 2011

Fusión musical

El último viernes sentí que era niño de nuevo.  En un espacio donde había vendedores de anticuchos , sándwiches de pollo e incluso pastel de choclo; observé a una señora de baja estatura y con cabello canoso, quien con un pequeño palo, apoyado en su hombro, vendía ese producto que años  atrás comía en cada salida con mi madre. Colgado en una bolsa transparente y de color rosado, el algodón dulce me produjo muchos recuerdos. Lo compré, lo comí y  recordé que estaba en un lugar atípico para vender dicho producto: La Plaza San Martín.
Eran las siete de la noche. Jóvenes, niños y adultos llegaban poco a poco.  Pero ¿qué de nuevo presentaba la Plaza? En un lado se había colocado un escenario donde músicos se preparaban para tocar. En la parte inferior la multitud aumentaba con el transcurrir de los minutos.  Era evidente que un espectáculo artístico estaba a punto de iniciar y los ambulantes no perdieron la oportunidad de vender sus productos.
La música empezó a escucharse y con ella el trasfondo de este concierto. Volantes de un candidato presidencial llegaron a mis manos. Les di una ojeada rápida, los guardé en mi bolsillo y continué caminando por los alrededores de la plaza.  En una esquina, una mujer con polo blanco regalaba pulseras de tela con el logo de Gana Perú. Banderas del mismo color y personas a la espera de la llegada de Ollanta Humala.
El espectáculo lo abrió un personaje vestido de negro con una máscara blanca. Aludía a una representación de la muerte. El tumulto hizo un pequeño silencio cuando empezó a recitar un poema, el cual manifestaba su posición frente a un cambio que llegará, si es que el candidato nacionalista asume el poder.
Luego de esta pequeña declamación, el público aplaudió de manera efusiva. La fiesta iniciaba y el rostro del personaje fue develado. Detrás de la máscara blanca se encontraba el actor Jean Pierre Vismara quien continuó su presentación con el tema de campaña de Gana Perú.
Mientras la primera presentación culminaba, los asistentes degustaban las diversas alternativas que se ofertaron. Al algodón dulce se le sumaron las manzanas acarameladas y los cigarros para controlar el frío.
En un momento inesperado una voz salió a través de los parlantes. Un nuevo ritmo hizo su aparición. Un treintañero con lentes negros y ropa de diario, subió al escenario. El rock  de Rafo Raez dijo presente y puso de pie a los más jóvenes, quienes se movilizaron hasta el Centro de Lima para manifestar su apoyo a Humala.
El público se encontraba emocionado y tras un breve receso luego de la presentación de Raez fue el turno de Manuelcha Prado quién generó  admiración en los espectadores por los temas que tocó y por la genialidad que mostró en la guitarra. Prado cantó en contra de la dictadura.
El reloj bordeaba las nueve de la noche y fue el turno de escuchar a uno de los grupos de fusión que asistirían al evento. Llegó el turno de Delpueblo Delbarrio quienes hicieron saltar y bailar a la multitud.
Pasado quince minutos una camioneta negra, con seguridad a los costados, se estacionó debajo del escenario. Me acerqué y noté que los  agentes de seguridad pedían a los curiosos que se alejaran para dejar campo libre antes de la subida de Ollanta.
A las nueve y quince la alegría transmitida por Delpueblo Delbarrio se detuvo por un breve momento, antes que el personaje más esperado de la noche subiera al escenario. El hombre en mención no era nadie más que Ollanta Humala. Fue recibido con gran ovación del público presente. Se dedicó a no explotar el lado político de su visita y sólo atinó a saludar a los asistentes y en especial los jóvenes que lo han apoyado hasta la fecha.
Transcurrido unos minutos, Humala regresó a su camioneta. Acompañado de su seguridad personal se retiró rumbo al sur de Lima. Su esposa Nadine, siempre con una sonrisa en su rostro, lo acompañó en todo momento. El auto marchó y la pareja se alejó con la euforia de los asistentes.
Muchos de los asistentes se retiraron, entre los que me incluyo, con la aceptación de haber presenciado un espectáculo distinto a lo que muchas veces ofrece la política. Sus detalles hicieron que el último viernes sintiera que era niño de nuevo. (ARAMIS CASTRO RAMOS)

El debate está en la calle


El debate está en la calle. Y a pesar de que la mayoría de personas son simpatizantes de Ollanta aparece, por ahí, más  de un partidario de Keiko, pero después de algunos minutos se retiran vociferando “chavista”, “terrorista”, ya que ni bien empiezan a defender a Fujimori y a Keikolos humalistaslos rodean. No falta un “lárgate”o un “fuera fujimorista”.
A pocas horas de la llegada del candidato nacionalista, personas en grupos de 15 o 20,  exponen sus ideas alrededor de la Plaza San Martín. Todos parecen tener la razón. Un varón de aproximadamente 40 años reúne alrededor suyo a gran cantidad de personas que lo escuchan con atención. Si no fuese por sus frases tan bien estructuradas  y sus temas tan bien sustentados, al menos eso creo, pensaría que es uno de esos tantos cómicos ambulantes que existieron hace algunos años, por su gran parecido físico con ellos: delgados, de pómulos muy sobresalientes y el pelo lacio casi sin peinar. Habla de la política neoliberal, del sistema político de Alan y de la derecha. Lo curioso; no ha mencionado  a Ollanta, para nada. Y me pregunto, ¿Si así de imparciales fuesen los medios de comunicación?. De pronto, ya casi finalizando su larga exposición, saca de su mochila unas hojas engrampadas, algunas hasta anilladas. Me acerco a ver de qué se trata. Hay de todo. Plan de gobierno de Ollanta Humala, el pasado fujimorista desde el 90 hasta la actualidad, otras ediciones dicen ser especiales: Barrios Altos y La Cantuta; medios comprados y aparece, grande, la foto de Bayly. Mientras leo las portadas pasa por mi mente la idea de que a estas alturas, a pocos días de las elecciones, todos toman partido por alguien.
Es viernes 27 de mayo, exactamente 7:30 de la noche y así está la Plaza San Martín. Unos llegan, otros se van. Algunos están de paso. Por ahí un mago pero que dice no ser mago; sin embargo logra realizar cosas increíbles. Dos o tres vendedores ambulantes de chifa hacen de la suya. Y decenas de carteles que más que mostrar el apoyo a Humala, muestran el repudio al fujimorismo. La frase: el fujimonte “cinismo”, arranca a más de uno una sonrisa. El escenario del evento “Concierto por la gran transformación” parece estar lista para recibir a los cantantes. Si no fuese por los comerciales y el color rojo humalista que se proyecta en las enormes pantallas situadas al lado del escenario, pensaría que hoy vuelve a presentarse en Lima, pero esta vez en la Plaza San Martín, el mítico Pool McCartney, sobre todo por el gran despliegue técnico y la gran cantidad de personas que han llegado a la Plaza.
Mientras hace su ingreso un grupo de bailarines de saya acompañado por dos bandas de músico y un grupo de Zikuris, comienza el concierto nacionalista. Los cajoneros del Perú muestran sus destrezas con las manos. De rato en rato el público arenga y muestra su rechazo a Keiko.  La euforia crece cuando hace su presencia Manuelcha Prado, entre cantos en quechua y castellano, acompañado solo por una guitarra, hace brotar a más sus recuerdos de su vida en la sierra, en provincia. En fin, todo un verdadero peruano fiel a sus costumbres, que por su físico se parece al San Pedro cristiano y que tiene la convicción de no abrir las puertas a Keiko, ni dejarle  tocar el cielo con las manos.
Y de pronto, casi sin previo aviso, sube al escenario el líder nacionalista exactamente 9: 15 de la noche. La gente grita, arenga; la banda toca; los artistas bailan, otros cantan al lado de Ollanta Humala, su esposa Nadine Heredia y sus dos pequeñas hijas. El escenario se llena de partidarios y periodistas tan rápido como la aparición de la familia Humala Heredia. Él, como siempre, con la camisa celeste que siempre lleva puesto y ella vestida con jean y chompa como la gran mayoría de mujeres limeñas. Las niñas de igual forma. Una familia típica de la capital.
No logro ver con claridad, así que a empujones trato de avanzar para tener de cerca y captar las expresiones del candidato. La gente maravillada con Ollanta no siente ni empujones, ni nada. En estos casos compruebo que el periodista no solo debe tener fuerza de voluntad, sino también fuerza física.
Toda una fiesta del pueblo. Ni bien acaba de pronunciar la frase “Esta noche es mágica” la gente explota en arengas y gritos. Y ahí va de nuevo: “Los jóvenes son la esperanza del Perú”, en alusión a la multitudinaria presencia. La frase ¿Democracia o dictadura? Enciende, una vez más, al público ollantista que esperó largas horas para ver a su líder. Otro bailecito más de la familia Humala al ritmo de una canción poco conocida, pero con letras más que sugerentes. La fiesta roja y blanca, ahora, no representa a la bandera, sino a los colores símbolo de la campaña de Gana Perú.
Toda frase del comandante parece dirigida a ese público que hoy no está aquí. Aunque, por ahí, camuflado, pueden estar varios de ellos o hasta incluso fujimoristas, ya que más de uno permanece casi estático; no gritan, no hablan y solo observan. Bueno, total aún están indecisos, y no tendrían por qué demostrar algo que no sienten.
No hace ni media hora que Ollanta llegó y ya tiene que retirarse. Los periodistas son los primeros en darle la despedida sin antes obtener la información que necesitan para levantar su nota, mañana. Unos para encontrar con qué atacarlo y otros para ver con qué frase mostrarle su apoyo. Se va Ollanta y con ellos casi todos los periodistas; total esto sin Humala no da rating.
Pero el concierto continúa y se quedan los humalistas y con ellos los indecisos.  Hasta el General San Martín parece no decidirse; y aunque no le da la espalda al escenario en el que estaba Humala, tampoco le da la cara. Prefiere seguir mirando al jirón Tacna como si quisiera emprender la huida cansado por los mítines, marchas y protestas del que siempre es testigo. El libertador se siente ahora prisionero de la política peruana, aunque ya no intervenga desde casi 200 años. (Freddy Melo Pomacaja)



miércoles, 15 de junio de 2011

EL ANTIGUO DEPORTE LLAMADO POLÍTICA

Nada se parece más a un mitin que un clásico de fútbol. En él las barras bravas también existen, las banderolas, las caras pintadas, el comercio ambulatorio, el bombo, los cánticos, las agresiones físicas y verbales. Un equipo encabezado por un carismático capitán y un equipo contrario al cual odiar y despotricar. Y es que en el Perú, el sentimiento político es tan o más fuerte que la pasión por el fútbol aunque no lo querramos admitir.

         ¡Urgente, urgente, Ollanta presidente! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Aquí, allá el miedo se acabó! Esas fueron las voces que se escucharon aquel viernes en los cuatro extremos de la plaza San Martín. Los organizadores no lo llamaban precisamente como un mitin, aunque lo era, sino  una fiesta de grupos de pintores, cantantes, bailarines y unos que otros entusiastas oradores que calentaban la tribuna con las previas discusiones acerca del Estado, el empleo, la salud y la economía. Todos ellos unidos con una sola consigna: hablar, escuchar, amar y defender las propuestas del candidato presidencial de Gana Perú, Ollanta Humala.

         Nunca asistí a un mitin. Pensé que las seis de la noche era una hora prudencial para iniciar mi trabajo. La plaza estaba llena en sus dos terceras partes. Aproximadamente cuatro mil a cinco mil personas. Me acerqué a lo primero que vi. Un grupo de cuatro hombres de avanzada edad discutían si vendría o no el candidato a la presidencia. “Si viene, tiene que venir…”. Uno de ellos me explicó lo importante que era votar por el comandante. “No queremos al chino devuelta en palacio. ¿Tú crees que va ser su hija quien nos gobierne? Hay que ser muy ingenuos para pensar así”. El rostro se le transformaba, sus ademanes eran más eufóricos a medida que su voz se hacia más grande y bulliciosa. De los cinco que escuchábamos poco a poco se acercaron más personas por natural curiosidad. Intenté salir de allí sin desairar al orador. Tenía para rato. Cuando por fin tomó aire para retomar el discurso le ofrecí las gracias y me fui.

         Me acerqué al estrado. Medía más de ocho metros de alto y treinta de largo. Los instrumentos musicales estaban colgados estratégicamente. La batería, el piano, y las trompetas en la parte trasera de la tarima y los micrófonos, guitarras y bongos en la parte posterior. El primer grupo en tocar fue de música criolla. La algarabía comenzó a expandirse cada vez más. A partir de las ocho de la noche la plaza parecía lucir en su máxima capacidad de aforo. Yo calculé más de siete mil a ocho mil personas. Cuando terminó el show criollo apareció en escena un grupo de rock: Rafo Raez y Los paranoias. Tocaron cuatro temas de los cuales ninguno conocía pero aun así las estimé. Subió a la tarima Manuelcha Prado, un sujeto de cabellos largos y barba profusa, vestido con su traje típico ayacuchano y una guitarra chillona que pronto empezó a sonar. Su primera tonada encendió la emoción del público. Quise mantenerme neutral. Ser inmune al acervo popular. No pude. Recordé a Sigmund Freud cuando sostenía que el ser humano no siempre se comporta igual como individuo que como parte de una colectividad. Cuando menos lo pensé las manos ya las tenia arriba. Intenté tranquilizarme. Escuché los versos de Manuelcha que decían así: “La tele basura se mete a mi casa sin ser invitada”. Se avivó aun más el griterío y todos a una sola voz vociferaban: ¡PRENSA BASURA! ¡PRENSA BASURA! ¡PRENSA BASURA! Grité sin pudor alguno aquel lema que luego me devolvería a la realidad. Continuó sus versos pero esta vez en voz quechua. No entendía nada pero aun así me gustó.

         A las nueve de la noche anunciaron la llegada de Ollanta.  Subió a la tarima entre los aplausos, con una sonrisa infinita y una camisa tan blanca como una bandera de paz. “Esta fiesta es de ustedes los jóvenes y a ustedes debe ir el agradecimiento”. Fueron solo unos minutos los que habló Ollanta. Luego de arengar por el nacionalismo y la justicia social se dejo tomar fotos por un séquito de fotógrafos y camarógrafos que pugnaban por registrar el mejor ángulo posible. Llamo a su esposa e hijas y junto con ellas y otros invitados improvisaron un trencito al ritmo de una canción andina. En la tarima la felicidad era total. Con la melodía de fondo y con una señal de victoria el candidato nacionalista se despidió de los asistentes.

         Al dar por terminada su participación de Ollanta en el evento, la mayoría de los simpatizantes de Gana Perú decidieron abandonar la plaza San Martín. Fue un efecto inmediato. Como en un clásico Universitario de Deportes - Alianza Lima ya con los equipos en los camerinos a las barras sólo les queda dejar el local.  (Erick Maycor Sánchez Noriega)

domingo, 12 de junio de 2011

LIMA: UN ANTES Y UN DESPUÉS

Desde la puerta de la Villarreal, se contempla la avenida Colmena sin amor: colectivos escandalosos, edificios viejos y mal pintados, paredes regadas de orines y volanteros en cada esquina ¿En que momento se había jodido la avenida Colmena? Pienso y escribo parafraseando al Nobel Vargas Llosa en su obra Conversación en la Catedral.

Setenta años atrás la  gente apresuraba el paso para apreciar la función del día en Le Paris, ir a tomar el té en el hotel Crillon, dejar a sus hijos en el colegio Inmaculada, o simplemente caminarpor Colmena, era una obligación casi diaria para todo aquel que se considerara un aristócrata de garbo y etiqueta.

Hoy, Jacinto llama las personas para que suban al colectivo hacia el Callao, Tamara se muestra asolapadamente tratando de encontrar clientes, Juanito vende el desayuno a los apurados y trasnochados. Ernesto, el serenazgo, intenta botar a los últimos borrachos que están tirados en la  esquina y Williams agiliza su caminar para  llegar a su universidad -la Villarreal-, premunido de su mochila y sus tres soles en el bolsillo.

Las personas cambian y las avenidas también. Sus personajes, se transforman, se modifican; sus construcciones, envejecen y en su lugar se construyen otras más modernas, pero su encanto melancólico se mantiene.

Lo que antes era el cinema más exclusivo, hoy es  un cine porno donde se exhiben las más afiebradas posiciones eróticas. Lo que antes  era una casa señorial,  ahora es un burdel barato y peligroso. Lo que antes fue un bar de intelectuales renombrados, hoy es una cantina  de dipsomanos austeros. Lo que antes fue un aristócrata colegio de jesuitas, hoy es una universidad pública. 

Lo que antes intento ser un boulevard donde la modernidad y la elegancia, caminaran de la mano, hoy  es una avenida histórica y convulsionada, escenario de huelgas y manifestaciones, de robos y griteríos. Una avenida por cuyas veredas, caminan oficinistas, obreros, ambulantes, catedráticos y estudiantes. Todos bajo el cielo grisáceo de Lima, que de tanto en tanto nos recuerda, como dice el dicho,  que todo tiempo pasado fue mejor.  (Joel Peralta Gallardo)

LAS CLASES NOCTURNAS

Tráfico vehicular, ambulantes invadiendo pistas, codeándose con los policías de tránsito. Una avenida en movimiento de día y de noche. Estudiantes y prostitutas se cruzan en la avenida colmena. Una calle antes de llegar a la universidad, veo a la señora del emoliente llevar su carreta, la faena ya terminó para ella; para mí recién empieza.
A pasar el jirón Chancay desde lo alto veo a la virgen que me saluda, me recibe y hace saber que estoy en mi universidad. Estudiantes salen y entran carnet en mano. Yo no la necesito el portero es un amigo más.
Al cruzar la puerta puedo apreciar la esfinge de Haya De La Torre. Camino hacia  el patio central y veo a mis compañeros universitarios sentados en las bancas, en el césped algo crecido por falta de mantenimiento. En el teléfono una pareja de universitarios discutiendo, al lado de ellos un gato buscando algo que comer.
En los balcones miro a los estudiantes disfrutando de un receso.  Algo contrario sucede al frente de ellos, chicas esperan afuera de la puerta. Llevan consigo mochilas en mano, lo que me hace creer que llegaron tarde. Su desesperación me hace dudar, no solo llegaron tarde a una clase, posiblemente  a un examen parcial.
En el patio de la escuela de sociales, mas gatos hacen su aparición, la señora de la limpieza los alimenta, y algunos estudiantes les toman fotos.  El comedor luce vacío no es la hora del almuerzo, ni siquiera se puede ver el cartel del menú.
En el otro patio personal de limpieza se encargan de borrar lo que fue una pinta hecha a plumón. El calor electoral muchas veces contagia a los estudiantes y las paredes pagan los platos rotos. Camino hacia la puerta abro la mochila para mostrar mi honestidad para con la universidad y salgo a la calle. (Hans Mamani Melendrez

VILLAREAL DE NOCHE

Y me encontré en la avenida Nicolás de Piérola, conocida también como La Colmena es una arteria que alberga entre sus calles al histórico Hotel Bolívar y a la Universidad Nacional Federico Villarreal. Fachadas que se desmoronan por la humedad, prostitutas que transitan con diminutas prendas, lustrabotas, emolienteros, volanteros, en esta Lima  que se jodió desde mucho antes que el APRA o el Fujimorismo llegara y, ahora  nosotros los jóvenes luchamos por sacar al Perú adelante, ya los viejos se fueron a la tumba.

Una puerta de metal sin ventanas es el la entrada, mi carnet, el pasaporte para el micro y mi ticket para el ingreso. Después de dar los primeros pasos, De la Torre, sobre su estrella, contempla los rostros de profesores y alumnos que se dirigen hacia las aulas. Ahora levanto los ojos y compruebo que es una noche en vano, sin estrellas.

Ya ha transcurrido más de media hora sin que ningún maestro se manifieste y me invade cierto temor, pero no estoy furioso. Todo lo contrario, estoy bien. Tengo un semblante y noto que me siento espléndido, respirando todo ese cielo que no se puede ver, viendo todos esos rostros a mi alrededor, ansiosos de salir a fumar, bailar, jironear, beber, etc, qué más da, es viernes.

Un tipo alto, de lentes negros y cabello crespo, se paró delante de la clase y con un ademán, invitó a todos a retirarse. “El profesor me ha llamado, no va a venir, podéis ir en paz”, replicó mientras todos ya se encontraban fuera. Al salir de Villarreal observo que  el panorama cambia abruptamente y se llenan de otros personajes -travestís y meretrices- que, con atrevimiento y lujuria, se colocan estratégicamente a la espera de algún nostálgico cliente. A esto se suma los nights club que abren sus puertas a esas horas hasta los primeros bríos del día siguiente.

A una cuadra de mi paradero junto a muchos locales nocturnos a lo largo de la avenida La Colmena “El laberinto” y “El Tabaris”, se encuentran a escasa distancia de la Universidad. Cada uno de ellos se llena de luces de neón azules y son promocionados por los conocidos "jaladores". Impresentables personajes que ofrecen a voces el show de "mujeres sensuales", de "charapitas golosas y ardientes", y todo al costo de un nuevo sol. "A un sol la barra, a un sol la barra", "Dos funciones por un sol, no te arrepentirás", vociferan.

Preciso como se dibujan lucecitas que avanzan despaciosas, saltarinas, me acomodo la camisa, me peino un poco para no dar mala impresión y siento que el hambre aprieta. Consulto la noche de una ojeada. Se consuma el albur de todas las noches cuando dispongo partir, pues soy un fugitivo típico, un descarado nocturno, tal vez descubra algún día que nada importa un carajo y, sé que todo pierde su encanto cuando sucede. Línea 38 hacia mi casa, me espera media hora parado en este autobús. (Michael Machacuay Baquerizo).

OASIS

Una virgen te da la bienvenida. Y no es para menos, sus verdes jardines, las paredes pintadas con entusiasmo y alegría juvenil, los corredores llenos de risas, la pulcritud del lugar, un ambiente acogedor contrastado con un intenso cielo da la impresión de tener en frente un oasis. Pero un oasis en medio de una Lima cada vez más desgastada y sucia, donde todos corren y nadie conoce a nadie.

La sede central de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) es uno de los lugares más acogedores que conozco y aunque su función no es precisamente relajar ni entretener. La primera vez que entré a rendir mi examen de admisión toda la tensión desapareció, el canto de los pájaros y el rítmico movimiento de las hojas al viento generaron en mi mucha tranquilidad.
No ingresé. Pero a partir de ese día sabía que al llegar a dicho lugar, luego de recorrer un bosque de cemento como es el centro de Lima, me esperaría la serenidad y el entusiasmo.
Pasaron cuatro años y el anexo 10 sigue tal cual, como si los años no pasaran por él. Quizá la infraestructura no sea la mejor y las deficiencias tecnológicas, académicas y administrativas se agudicen por momentos y por otros se repongan, pero ese no es un impedimento para que la alegría de la naturaleza se imponga y continúe ambientando el lugar.
Al parecer el alma juvenil nunca abandonó esta casa de estudios que año tras año recibe a cientos de jóvenes quienes ven en esta universidad uno de los caminos para salir adelante. Hace 80 años el anexo 10 de la UNFV cobijó al colegio de padres jesuitas “La Inmaculada” donde se educaba la crema y nata de la sociedad limeña de ese entonces. (Liz Huillca Llamocca)