jueves, 16 de agosto de 2012

MEDIO PASAJE, COMPLETO MALTRATO


El tenso viaje que viven en una combi no solo los estudiantes, sino cualquier persona que no  pague el “pasaje completo”.
Durante el año pasado, al subir a la combi para ir a la universidad, me sentía mal porque tenía que pagar un sol 20 de pasaje, cuando lo que debía pagar era 0.80 centavos.  Mi carné universitario estaba extraviado y luego de cuatro meses, al recibir mi duplicado, me seguía sintiendo mal al subir a la combi. Esta vez pagaría el pasaje universitario, pero lo que venía quizás era peor: la eterna discusión con el cobrador faltoso.
A las 7 de la mañana, voy al encuentro de la combi en el paradero de Minka para dirigirme a la universidad. En realidad, “paradero” es un decir, pues las combis no tienen paraderos establecidos. Una de las rutas gobernada por el “dictador Combi” es la que une al Callao con Lima: cruza toda la avenida Argentina.  Las líneas 105, 120,  PASA y otros informales transforman la avenida en una improvisada autopista de carreras para disputarse a los pasajeros. Alzo el brazo y el vehículo —la de la empresa PASA— se detiene delante de mí.  Observo si tiene techo alto o no. “Estoy dispuesto a viajar parado, pero no doblado”, aclaro mentalmente. La rapidez y violencia con la que el cobrador me “invita” a subir no me permite ni dudar. “Sube, sube”, grita con su clásica voz mientras mueve las manos para indicarme que aborde el vehículo. El apremio por llegar temprano es otro factor que me obliga a trepar la combi.
“’Avanza’ atrás, ‘avanza’ atrás”, me ordena el cobrador sin darse cuenta de que comete un barbarismo lingüístico. Por suerte hay un asiento libre al fondo. El auto avanza cinco cuadras. Una voz interrumpe el viaje: “Baja en el portón verde”, indica con bastante precisión una mujer de pantalón negro, blusa y cartera. El brazo alzado  de un pasajero a una cuadra de donde bajó la señorita vuelve a detener la combi. Sube el hombre. Tres cuadras después, un estudiante y su madre piden bajar. El chofer se pasa una cuadra, pues prefiere estacionarse en el cruce de Universitaria con Argentina para recoger pasajeros. “Te he dicho que bajo una cuadra más abajo, no aquí”, reclama a viva voz la madre. “Señora, allá no es paradero”, argumenta el cobrador. “Pero para subir gente si paras en cualquier lado”, le recuerda a gritos la mujer.  El cobrador baja a la pista. “Toda Argentina, Unión, Unión. Hay asiento, hay asiento”, pregona el cobrador mientras ignora a la pasajera.
El semáforo cambia a la luz verde. Sin embargo, la combi no avanza. Los cláxones de los vehículos que se encuentran detrás empiezan a estallar en la avenida. El chofer no se inmuta. “Avanza, oe”, gritan los pasajeros. La gente continúa subiendo y el chofer sigue gritando que hay asiento. “El cobrador no miente”, medito. “Hay asientos, pero él nunca dijo que estuvieran libres”, reflexiono. El semáforo cambia a rojo y el chofer logra lo que se proponía, quedarse más tiempo en el cruce para subir pasajeros como quien empaqueta sardinas en una lata.
El momento tenso llega. “Pasajes al fondo, pasajes al fondo”, pide el cobrador estirando la mano. Le entrego los 80 céntimos del pasaje medio en su mano. Mira las monedas. Frunce el seño. “¿A dónde vas?”, pregunta como quien quiere iniciar una discusión. Le muestro mi carné universitario. “Putamare”, murmura. Luego grita con cólera: “Un medio”. “Uff”, pienso. Hace dos años, cuando cursaba primer año en la universidad y asistía a mis inusuales clases sabatinas, tuve que llegar al extremo de bajarme de la combi. “El pasaje medio solo es de lunes a viernes”, argumentó el cobrador luego de que le pagara. “Siempre pago 80 los sábados”, argumenté novatamente, pues hasta entonces no había revisado el tarifario que tienen en sus ventanas todas las líneas. “Tómate otro carro”, me ordenó. Bajé enrojecido con las monedas en mi sudorosa mano.  Los horarios establecidos por ley indican que el pasaje medio es válido desde las 5:00 am hasta las 00:00 horas durante todos los días, a excepción de domingos y feriados.
“Falta veinte, señora”; indica el cobrador, quien interrumpe mi recuerdo. “Voy aquí, nomás. Siempre me cobran un sol” se defiende la mujer de unos 50 años. “Falta veinte, falta veinte”, responde el hombre como si no hubiese escuchado las palabras de la pasajera. “No tengo más”, contesta ella. “Bájese, bájese”; manda él. “Pareciera que no tuvieses madre”, finaliza la señora cuando baja de la combi.
Por la noche, durante el regreso a casa, la historia es muy parecida. Con la diferencia de que a esas horas, los cobradores emanan el olor característico del sudor luego de un día muy agitado. Además de encontrarse con más de un universitario en el carro. “Un medio”, grita con rostro malhumorado el cobrador de la combi que me regresa a casa. “Otro medio”, agrega luego de seguir cobrando. “Oe, otro medio”, dice en voz alta desde al fondo. “Tamare, estás salao, oe”, le reprime el chofer. La cumbia a todo volumen empieza a retumbar las ventanas. (Andy Livise Salazar)

jueves, 10 de mayo de 2012

TRANSPORTISTAS RECHAZAN NUEVO REGLAMENTO VEHICULAR DEL MUNICIPIO LIMEÑO


El 60% de choferes y cobradores se opone al Nuevo Reglamento de Transporte Urbano que emitió la Municipalidad de Lima. El 35% se muestra a favor, y un 5% se siente indeciso; según un sondeo rápido realizado por estudiantes  de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Naccional Federico Villarreal.
Son dos las principales razones por los que los transportistas se oponen al proyecto: la disminución de sus ganancias diarias, y la duración de las rutas. “El sueldo mínimo no compensa la canasta básica familiar”, afirma el chofer Simón Rodríguez. Mientras que un cobrador de la línea 45B, Alberto Trelles, asegura que “una ruta demora casi ocho horas, y en una ‘ida y vuelta’ trabajan 16 horas”. “Es imposible que se trabaje solo 10 horas”, agrega.
Sin embargo, el 35% que apoya la medida municipal asegura que esta les beneficiará laboralmente.  “Estaremos asegurados y tendremos un servicio de salud”, asevera Eduardo Paredes, chofer de una línea del Centro de Lima. Otra razón para apoyar la ordenanza; en palabras del cobrador de la línea ROMA,  Ricardo Quispe; es que “ya no los explotarán con 14 horas de trabajo”.
El 5% que se encuentra indeciso asegura que quisieran recibir los beneficios de la formalización, pero que les afectaría en sus gastos. “Tendría beneficios al estar en planilla, pero no me alcanzaría el dinero para pagar el alquiler de mi carro”, sostiene José Flores, conductor de una línea del Centro.

EL NUEVO REGLAMENTO MUNICIPAL
La Municipalidad de Lima emitió el Nuevo Reglamento de Transporte Urbano el jueves último. El principal punto de la norma destaca que los cobradores y choferes solo trabajarán diez horas como máximo,  “En intervalos de cinco horas continuas”. “Esto se realiza con el fin de no mermar la productividad de los transportistas y reducir los riesgos de accidentes”, argumenta la comuna limeña a través de su página Web.
La  ordenanza municipal también contempla  la entrega de rutas por 10 años de acuerdo a los estudios técnicos de los vehículos. Además, las empresas vehiculares deberán contar con sus propias flotas.
 “Se tiene previsto que a fines de setiembre se culminen las habilitaciones de los corredores complementarios y se otorguen las primeras concesiones para los consorcios que circularán por estas vías”, informó  el Municipio en su portal electrónico.
El nuevo reglamento de transportes entrará en el 2 de julio del 2012.
Andy Livise.